miércoles, 30 de enero de 2013

Hillary Clinton piensa en México

Clinton recibe a su homólogo mexicano, su último acto como secretaria de Estado

La secretaria de Estado dará el relevo a su sucesor, John Kerry, el próximo viernes

Hillary Clinton junto a su homólogo mexicano, Jose Antonio Meade. / Manuel Balce Ceneta (AP)

En la recta final de su mandato como secretaria de Estado, Hillary Clinton se ha reunido este miércoles con su homólogo mexicano, José Antonio Meade. Se trata del primer encuentro con un miembro del nuevo Gobierno de Enrique Peña Nieto que mantiene un representante de la Administración Obama desde que aquél asumiera el cargo el 1 de diciembre de 2012 y, como se ha encargado de destacar Clinton, el último encuentro bilateral oficial que ella mantiene como jefa de la diplomacia de Estados Unidos.
“Para mi es un tremendo honor haberme encontrado con el señor Meade”, ha dicho Clinton durante su comparecencia junto al ministro de Asuntos Exteriores mexicano ante los medios de comunicación. Con la sonrisa propia de quienes se sienten satisfechos por el trabajo realizado, la todavía secretaria de Estado ha señalado que ambos han tratado de aquellos “asuntos bilaterales con los que tendrá que lidiar mi sucesor”, John Kerry. Pese a tratarse de su última reunión con otro dirigente político extranjero como secretaria de Estado, apenas se han dado cita una decena de medios para dejar constancia de ese momento.
"Básicamente quería agradecerle todo lo que ella ha hecho por México. Es muy importante y se la quiere mucho y estoy seguro de que ocurrirá lo mismo con su sucesor", ha indicado Meade. La Embajada de México en EE UU no ha podido confirmar si el ministro mexicano se ha entrevistado con Kerry, que instantes después de que finalizara el encuentro con Clinton ha pronunciado un discurso de despedida ante los miembros del Senado, una cámara de la que forma parte desde 1985.

“La paz en Oriente Próximo es uno de mis asuntos pendientes”

En su última semana al frente de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton se ha lanzado a una vorágine de entrevistas en las que ha analizado su legado como secretaria de Estado, los retos que deberá afrontar su sucesor, John Kerry, y su propio futuro. En las cinco entrevistas que realizó este miércoles –todas con mujeres-, Clinton coincide en destacar los ataques al consulado de Bengasi del pasado 12 de septiembre, como la mancha de su mandato y el no haber resuelto el conflicto que enfrenta a israelíes y palestinos como su asignatura pendiente.
“Creo que no haber logrado un progreso en Oriente Próximo es uno trabajo que se ha completado y me consta que John Kerry quiere trabajar en ese asunto”, reconoció Clinton a la periodista de la cadena NBC, Andrea Mitchel. “Queda mucho por hacer entre palestinos e israelíes y yo siempre he tratado de dejar claro que Palestina merece tener un Estado”.
En todas las entrevistas ha planeado la posibilidad de que Clinton se presente a la Casa Blanca en 2016. La todavía secretaria de Estado ha negado en todas y cada una de ellas que se esté planteando esa posibilidad, si bien tampoco la ha negado categóricamente. “Ahora me quiero dedicar a la filantropía y mis obras de caridad, a escribir y a impartir conferencias”, le ha respondido a Cynthia McFadden, de ABC. Ni una palabra sobre si piensa en suceder a Thomas Jefferson, el único secretario de Estado que se convirtió en presidente de EE UU.
Aunque ninguno de los dos ministros ha explicado cuáles han sido los temas sobre los que han hablado, la inmigración, la seguridad en los más de 3.200 kilómetros de frontera que comparten, la lucha contra el narcotráfico o el fortalecimiento de su importante relación económica y energética habrán estado en la agenda.
Podría parecer que la relación entre EE UU y México no ha constituido una prioridad en los últimos cuatro años de Clinton como secretaria de Estado. Ella misma reconoció este martes, en una entrevista con medios de comunicación y estudiantes de todo el mundo, que las políticas relacionadas con América Latina, “no habían dado titulares”, pero el hecho es que México es, después de China, donde ha estado en seis ocasiones, y Turquía y Egipto, que ha visitado en cinco, el país al que más ha viajado Clinton durante su mandato, cuatro veces, según el Departamento de Estado.
EE UU es el principal socio comercial de México y este país constituye su tercera fuente de exportaciones, tras China y Canadá. En 2012, la relación comercial entre ambos países alcanzó los 460.000 millones de dólares, unos 1.250 millones diarios, según datos de la Oficina de Asuntos Económicos y Empresariales de EE UU. Pero más allá de los importantes lazos económicos que unen a ambos países, ni uno ni otro Estado pueden obviar que en EE UU residen 11, 7 millones de mexicanos, según datos del Censo, y que hay 35 millones con doble nacionalidad o con descendencia mexicana. Otros seis millones, según el Centro Pew, viven al norte de Río Grande de manera ilegal. El pacto de reforma migratoria que este lunes presentaron un grupo de senadores republicanos y demócratas y la intención de Barack Obama de sacar adelante una legislación que regularice a los más de 11 millones de indocumentados que viven en el país, sin duda es un asunto de enorme interés para México. Peña Nieto declaró, durante su encuentro con Obama en la Casa Blanca en vísperas de ser investido presidente, que quería “contribuir y formar parte de la reforma migratoria” que el jefe de Estado estadounidense ya había apuntado durante su campaña electoral.
En los próximos cuatro años, Meade deberá abordar con Kerry el problema del narcotráfico. Durante la primera legislatura de Obama, su Administración ha tratado de dirigir los fondos destinados al Iniciativa Mérida –el tratado internacional entre EE UU y Centroamérica para la lucha contra el tráfico de droga que George W. Bush firmó en 2008- a reforzar los programas de cooperación en materia de justicia sobre los estrictamente militares. En 2011, la partida destinada al Ejército mexicano para la lucha contra los cárteles se redujo de los 529 millones de dólares aprobada en 2010, a 105 millones, mientras que la cantidad destinada a justicia se ha doblado prácticamente en 2012, pasando de los 195 millones de dólares del año pasado a 201,8 millones.

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