lunes, 31 de diciembre de 2012

México. Poesía femenina.

Victoria cultural
Hermann Bellinghausen
Para dar idea de lo complejo que resulta en nuestros días aproximarse a la creación femenina de poesía (sea con fines de valoración crítica, clasificación, reflexión sociológica, demostración con perspectiva de género o antología que aspire a suficiente), un buen ejemplo lo proporciona Al filo del gozo, original selección erótica editada por Marisa y Socorro Trejo Sirvent, poetas chiapanecas de amplia trayectoria. Un mosaico moderno de gozosa lectura, lleno de sorpresas.
Referido desde el título a la sombra y fronda de Rosario Castellanos, Al filo del gozo (Editorial Hombro al Viento, Tuxtla Gutiérrez, 2007) recoge autoras de 17 países, casi todas del ámbito hispánico. Curiosamente, una italiana, pero ninguna de Estados Unidos, donde la producción poética de latinas, chicanas y migrantes es rabiosamente numerosa. Las antologadoras precisan sus intenciones y límites: una convocatoria por Internet en 2004, tres años de elaboración escogiendo textos más que autoras y un producto final revelador y hermosamente legible.
Para los fines de esta columna, que en semanas recientes ha venido discurriendo sobre la poesía femenina en México, dicho libro añade desafíos. Más de la tercera parte (49) son poetas de nuestro país. Todas contemporáneas, con obra publicada y antologada. Aquí se han mencionado decenas de autoras; prueba de las insuficiencias de tal registro es que sólo cuatro ya fueron nombradas. Es decir, habría que considerar otras 45. Y esto, sólo a partir de una modesta convocatoria independiente desde el sureste, urdida con delicadeza y gusto por las hermanas Trejo Sirvent, pero sometida a las reglas del azar, si no el caos.
Caos, por cierto, es una palabra que se repite en el título de compilaciones y libros colectivos que este comentarista ha localizado últimamente. Por algo será.
No faltan intentos de reunir, mostrar y ponderar a las poetas actuales. A la revista Artes de México debemos Ellas, Voces (1996) y a Ediciones La Cuadrilla de la Langosta, Mujeres poetas en el país de las nubes (2000), que además apunta a las tendencias del nuevo siglo de manera visionaria al entretejer escritura indígena y castilla.
Todo un capítulo aparte, de calidad inocultable, son las emancipadas autoras indígenas y su carga erótica o social y enorme riqueza: Juana Karen Peñate (chol), Briceida Cuevas Cob (maya), Natalia Toledo e Irma Pineda (zapotecas), Enriqueta Lunez (tzotzil) y Mikeas Sánchez (zoque) son sólo algunas, y excelentes, que ameritarían una reflexión particular. La revelación/revolución que ellas representan crece exponencialmente al contrastarse con su contexto cultural específico.
Si para las damas porfirianas hacer versos era una tímida insubordinación excéntrica, para muchachas indias descendientes de sociedades rurales (y urbanas) que limitan grandemente el rol social y creativo de las mujeres, el ejercicio de la poesía significa una revolución (dentro de otra, más general, que está ocurriendo en los pueblos originarios). Y más aún al expresar con libertad, dramatismo y delicia la dimensión sensual del cuerpo y el deseo.
El panorama es grande. Y se pone hondo. No obstante el carácter nominal al que obliga este espacio, deben agregarse las valiosas Gloria Gervitz, Elba Macías, Angelina Muñiz Hüberman, Gabriela Balderas y Raquel Huerta-Nava. También dos autoras polémicas en su tiempo: Griselda Álvarez, recordada como primera gobernadora, priísta, en el país, y Margarita Michelena, a quien muchos no le perdonaron dirigir una revista para señoras y hacer publicidad. Y más acá, las jóvenes poetas del megáfono.
Aunque fuera del registro de estas notas, cabe considerar Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica (pícaras, místicas y rebeldes) en tres tomos compilados por Aurora Marya Saavedra, Maricruz Patiño y Leticia Luna (colección Once Mil Vírgenes, de Cuadrilla de la Langosta, México, 2004), que marca un hito en la valoración histórica (y no sólo académica) de nuestras letras. Luna, ella misma poeta estupenda, la describe así:
Constituye ante todo una revisión histórica, desde las canciones anónimas medievales, atribuidas hoy en día a mujeres, las monjas profesas, las poetas de la época colonial, así como las autoras de los siglos XIX y XX. Una selección que abarca a las grandes voces femeninas, a las poetas que hoy en día han forjado una trayectoria dentro del mundo de las letras y a las voces emergentes que en este momento se encuentran desarrollando una obra que, consideramos, merece un lugar dentro de la poesía hispanoamericana actual.
La colección confirma que no sólo el presente ha cambiado al abrirse a la renovación de los mundos poéticos, sino que debemos considerar otra vez el pasado, fértil y enriquecido.
Es posible que como otros aspectos negativos de la existencia humana el paternalismo esté al fin en retirada. En poesía al menos la victoria de las mexicanas aparece como definitiva. Y lo que falta.

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