Tiempo de luchar
Por Juan José Lara
-
Me vi al espejo y me dije: “No todo lo que brilla son
tus ojos”. También las ideas
galopando en la pradera del tiempo definitorio brillaban
deslumbrándonos.
Eran los días que Otto René y Roque Dalton, radiantes instalados ya en el Olimpo nos
inspiraban con su poesía llevada hasta las últimas consecuencias.
Gramsci, Lukács, Altusser, Sartre entre otros nos daban el
marco teórico donde el compromiso del intelectual era ineludible.
Entonces llegó Miriam y me dijo que se iba con los
revolucionarios. De sopetón me lo confesó recitándome aquellos versos vibrantes
de Neruda:
“Tu pueblo/ tu pueblo desdichado/ entre el monte y el río/
con hambre y con dolores/ no quiere luchar solo/ te está esperando amigo”.
Luego acotó:
“…será dura la lucha/ la vida será dura/ pero vendrás
conmigo”.
Nuestras vidas, objetos y sueños, pronto se volvieron
clandestinos. La disciplina militante me impuso que no volviera a ver a Miriam,
sin que a la fecha sepa sobre su paradero. Fue naturaleza viva, agua en el río,
vegetación en el monte, camuflada para no morir. -
Este relato me lo formuló Felipe, cuando nos encontramos
después de muchos años. Recién había vuelto en búsqueda de su familia.
A su hijo a quién había dejado con su madre lo encontró
convertido en un muchacho, de esos que llaman “ninis”. La vieja era la misma
matriarca avasalladora de los hombres de la familia aún desde su lecho de
enferma.
Felipe atravesaba por
una crisis existencial; llevaba una vida poblada de precariedades, no tenía ni
para comprarse una medicina. Se miraba al espejo y no encontraba el brillo de
ninguna utopía. Conversar conmigo le proporcionó alguna ayuda emocional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario