martes, 7 de agosto de 2012

Colombia: Los huevos de Santos.

Los huevos de Santos

Por: | 07 de agosto de 2012
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Cuando dejó la presidencia de Colombia en 2010,  Álvaro Uribe le encargó paternalmente a Juan Manuel Santos, su ministro de Defensa y sucesor, que cuidara sus “huevitos”. O sea, la herencia de su gestión: la seguridad, el crecimiento y la cohesión.
Dos años más tarde, a aquella metáfora podría seguirle otra: que Santos ha estrellado los huevitos de Uribe. Al menos a tenor de las encuestas. Al cumplirse hoy la mitad de su mandato, la popularidad de Santos ha caído casi 30 puntos (del 71% al 47%).
Según un sondeo de Datexco para el diario El Tiempo, casi un 50% de los colombianos desaprueban la gestión del Gobierno, y el 60% cree que Santos no ha cumplido. Otra encuesta de Gallup para El Espectador y la cadena Caracol es menos virulenta: si se celebraran hoy elecciones, Santos renovaría mandato con el 43% de los votos, pese a que la mayoría cree que no debería presentarse.
Tampoco hay que sacar las cosas de quicio: muchos gobernantes en el mundo estarían felices con esos porcentajes. Pero Santos ganó con un 69% de los votos y logró el apoyo casi unánime de los grupos parlamentarios, lo que le daba un margen único para sacar adelante sus iniciativas.
A pesar de unos resultados aceptables de los dos primeros años, el idilio se ha roto. La economia creció en 2011 al 6% y la pobreza se redujo del 37% al 34%. El Ejército ha liquidado a los dos principales jefes de la guerrilla de las FARC, Alfonso Cano y el Mono Jojoy. Y el Gobierno ha sacado adelante la ley para resarcir a las víctimas de la violencia y restituirles las tierras perdidas.
¿Qué ha pasado entonces? Los diagnósticos de diarios y columnistas son bastante coincidentes, al margen de tendencias ideológicas: demasiadas expectativas, arrogancia, errores clamorosos de gestión y mala política de comunicación, pese a tratarse de un gabinete muy pendiente de su imagen.
Hay hechos concretos que alimentan la pobre percepción ciudadana: el rebrote de la actividad de las FARC en zonas rurales y el aumento de la delincuencia urbana han vuelto a poner el tema de la seguridad en el tapete. Y los intentos de Santos por abrir otras vías, como la oferta de diálogo, son vistos como muestra de debilidad. La economía va bien, pero ha habido fracasos sonoros en la lucha contra la corrupción, la ejecución de los presupuestos o la frustrada reforma judicial.
Santos "prometió más de lo que podía cumplir y lo que ha hecho, que no ha sido poco, no se ha sabido aprovechar", señala en su editorial El Espectador, que por otro lado aplaude "su progresismo liberal". El presidente "no ha sabido jerarquizar su agenda" y ha sido arrogante cuando ha fallado.
El Tiempo, afín al presidente, critica la poca autocrítica y la imagen "demasiado bogotana y elitista" de su Gabinete. Y El Colombiano de Medellín considera que "los dos primeros años de Santos han sido un viaje desde los sueños al desencanto". Ha dilapidado el masivo apoyo parlamentario y corre el peligro de que se acabe dañando "la confianza en el país, el mayor patrimonio que heredó de su antecesor".
¿Y qué papel juega en el desgaste la guerra con Uribe? Es clave. El expresidente, aún muy popular, está dolido por "las traiciones de Santos", que, por resumir, ha trazado una línea con su antecesor. Y se ha convertido, acusa El Tiempo, "en un virulento jefe de una oposición que mediante redes sociales se ha vuelto un palo en la rueda". Cada día, en efecto, Uribe lanza dardos en forma de trinos contra la gestion de Santos. Y el Gobierno, señala el columnista Luis Carvajal, "está perdiendo frente al Twitter de un expresidente".
Desde la izquierda, analistas como León Valencia o María Jimena Duzán animan a Santos a marcar las distancias definitivamente con su antiguo socio. Otros son partidarios de lograr un acercamiento entre ambos que ayude a la estabilidad del país. El vicepresidente, Angelino Garzón, se ofrece como intermediario. No hay que romper los huevitos. Simplemente manejarlos con cuidado.
Esta crisis de confianza ha servido de contundente toque de atención. Santos, señala en un amplio análisis la revista Semana, busca "reconquistar las mayorías con una nueva imagen" y un liderazgo más cercano. Y ahí hay unanimidad: el presidente tienen aún margen de maniobra para "enderezar el rumbo".

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