sábado, 28 de abril de 2012

Cambio de estrategia económica.

El ministro de Economía anunció ayer un giro de suma importancia en la estrategia económica del Gobierno. Después de muchas vacilaciones y desmentidos poco creíbles, el Ejecutivo ha decidido que subirá en 2013 los impuestos indirectos, cuya figura principal es el impuesto sobre el valor añadido (IVA), con el fin de coadyuvar a la reducción del déficit público hasta el objetivo final de estabilidad del 3%. Resulta significativo que se proclame esta decisión el día después de que Standard & Poor’s rebajara en dos grados, hasta BBB+, la calificación de solvencia de la deuda española, debido a la persistente debilidad de los balances bancarios españoles y las previsibles dificultades para cumplir con el objetivo de déficit este año. Tampoco es casualidad que el Gobierno recurra a su última gran baza, la subida del IVA, el día en el que la EPA del primer trimestre del año registra un nivel de desempleo que empieza a ser insoportable para la estabilidad social. España es el enfermo laboral de Europa: tiene ya 5,6 millones de parados, con una tasa de paro del 24,4% y serios temores de que se siga destruyendo empleo durante todo 2012. Estaba claro desde que España se comprometió con el objetivo de déficit que la estabilidad presupuestaria no podía alcanzarse sin una subida de impuestos. La resistencia a subir el IVA se justifica porque tendrá un impacto negativo sobre el consumo, cuya debilidad es una de las causas macroeconómicas de la recesión. El argumento es cierto, pero la situación de la economía española es alarmante. Tanto que el Gobierno solo puede elegir ya entre consumo y empleo. Si aumenta el IVA, puede reducir las cotizaciones sociales y articular así una política de empleo más eficaz y creíble que cualquiera de las medidas que ha adoptado hasta ahora; si tiene éxito, el aumento del empleo, por modesto que sea, estimularía el consumo. Si no sube el IVA, la posición pública sostenida hasta ahora contra toda evidencia, corre el riesgo de incumplir el déficit y, además, tampoco dispone de una estrategia fiscal propia que le permita actuar sobre el empleo. La capacidad que tenga esta estrategia económica de cambiar impuestos por empleo dependerá de cómo se aplique. No sería la primera vez en estos cuatro meses de gobierno que se proclama una idea general correcta que después se arruina con un desarrollo nefasto. El aumento de ingresos derivado de la subida de impuestos indirectos aumentará las posibilidades de cumplir con el 3% de déficit el año próximo; pero no lo garantiza. Porque es muy improbable que este año se consiga el objetivo del 5,3% y porque la economía seguirá en recesión en 2013. El Gobierno ha expuesto como artículo de fe que la subida del IVA proporcionará 8.000 millones y da por cierto que a partir de 2013 habrá superávit primario. Pero cabe preguntarse si la condición inicial de crecimiento que soporta esa fe, es decir, pasar desde el -1,7% en 2012 al 0,2% en 2013, es realista. Lo que el Gobierno tenga que hacer en materia de empleo debe hacerlo ya. Porque la evolución del paro está llevando a la sociedad española a situaciones de grave riesgo social. La EPA conocida ayer indica que una parte significativa de la población puede situarse rápidamente al borde de la pobreza. Hay más de 1,7 millones de hogares que no disponen de un salario, el número de jóvenes parados (921.000) es superior al número de jóvenes empleados (850.000) y la destrucción de empleo empieza a reducir la contratación fija, de forma que las nuevas generaciones paradas van a perder el refugio de las anteriores con empleo. El rodeo de los recortes y ajustes procíclicos que sigue defendiendo erre que erre la canciller Merkel como método para conseguir estabilidad hoy y, quizá, más empleo mañana, en el mejor de los casos producirá efectos tan tardíos que arruinará una generación de españoles.

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