viernes, 30 de marzo de 2012

Mujeres: ¡¡ a lavar los platos !!

Cómo mandar a las mujeres a lavar platos
Por: María O'Donnell
. Quiero suponer que, en estos tiempos, los productos de limpieza suponen un desafío particular para las agencias de publicidad. ¿Cómo promocionar un detergente sin caer en el estereotipo machista de la mujer que lava la vajilla?

Todavía, al menos aquí en Argentina, ninguna marca de productos del hogar se animó a proponer a un hombre como protagonista de un comercial. Pero no es un problema de falta de coraje: es reflejo de una realidad, porque pese al protagonismo creciente de la mujer en el mundo del trabajo, los asuntos domésticos aún son del orden de lo femenino (en términos generales).

De todas maneras, la imagen de la mujer que suelen transmitir esos avisos atrasa, creo que sin exagerar, unos cincuenta años. Disculpen, pero yo no encuentro grandes diferencias entre la publicidad de detergente Magistral que salió hace algunos días a toda página en diarios nacionales y los manuales de la buena esposa de los años 50.

Este aviso debe ser, supongo, considerado moderno por sus creadores, ya que incorpora un concepto más hedonista de la mujer. Salió publicado en el diario La Nación hace algunos días.
Ya no sólo se preocupa por la vajilla, a esta mujer también le importa preservar sus manos suaves, y entonces nos venden un producto que se ocupa de nosotras tanto como de nuestros platos.

Tal vez me encontraba yo demasiado sensible cuando me crucé con este aviso, y todo este texto sea un exceso, y entonces sabrán ustedes disculpar, pero la asociación entre lavar platos y el spa me sacudió.

¿Hay algo del orden de lo placentero para la mujer en esta tarea?

No es lo peor que te puede ocurrir en la vida ni mucho menos, y hay muchos hombres, millones, que a diario también acometen con esta tarea, pero de ahí a asociar la limpieza con una sesión de puro placer, me parece un gesto de subestimación de las mujeres, que en este mundo tenemos muchas otras ocupaciones en la vida que no pasan ni por lavar platos ni por una sesión de masajes.

Según el último censo, realizado en el año 2010, el 44 por ciento de los hogares argentinos (algo más de cuatro millones de hogares) está a cargo de mujeres, y si bien la mayoría son solteras o viudas, un 20 por ciento de este grupo está integrado por mujeres casadas que aportan el ingreso principal al hogar. El creciente protagonismo de la mujer en el mercado laboral, sin embargo, no se ha visto acompañado en la misma medida con una mayor participación del hombre en las tareas del hogar.

Hace algunos años, la diputada Marcela Rodríguez propuso modificar el código civil, en el capítulo que refiere a los derechos y obligaciones de los cónyuges, para establecer que los esposos deben, entre otras cosas, "compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de sus hijos". Si bien la diputada fue blanco de muchas burlas, y el proyecto nunca prosperó, no era un asunto menor.No se trataba de obligar por ley a los hombres a lavar platos, sino de establecer que la falta de cooperación en el hogar, cuando ambos cónyuges trabajan, podía llegar a ser invocada por la mujer como causal de divorcio.

Ahora que lo pienso bien, lo que más molesta del aviso de Magistral debe ser la asociación entre la felicidad (al menos momentánea) y el lavar platos, como si fuese una tarea para la que estamos predestinadas, y que puede ser fuente de placer personal, al igual que una sesión de spa.

Entiendo que es un mensaje común en casi todos los avisos dirigidos a la ama de casa -la mujer de las propagandas se encuentra plena si los pisos brillan, si la ropa de sus hijos luce un blanco reluciente o la comida que lleva a la mesa familiar es sabrosa- pero el estereotipo del hombre machista, al menos el nuestro, cuando no aguanta que una mujer ocupe un lugar determinado, ¿qué hace?: ¡La manda a lavar los platos!.


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