lunes, 23 de enero de 2012

Dejan de fumar cuando saben que tienen cáncer.

El diagnóstico de cáncer reduce a menos de la mitad la tasa de fumadores
Un estudio con pacientes con tumores de pulmón y colon indica que una minoría no deja el tabaco



Que dejar el tabaco cuesta lo saben todos los que ha intentado dejar de fumar alguna vez. Pero quizá la prueba mayor está en que incluso cuando se le han visto las orejas (o las fauces) al lobo hay quien no consigue liberarse de la adicción. Es el caso de las personas a las que se les diagnostica un cáncer de pulmón: un estudio publicado en la revista Cancer realizado en Harvard concluyó que el 39% de quienes recibían un diagnóstico de cáncer de pulmón fumaba, y que cinco meses después aún lo hacía el 14%.

Los datos tienen varias consecuencias. La primera muestra –una vez más- la relación entre el hábito tabaco y el cáncer de pulmón: la tasa de fumadores es el doble entre quienes fueron diagnosticados que la media de EE UU.

Pero, más allá, implica que estas personas pueden necesitar una ayuda extra para dejar el hábito. Porque los médicos indican que el tabaco sigue dañándoles una vez recibido el diagnóstico, y pueden hacer que los tratamientos no sean tan efectivos (y eso en uno de los cánceres con unas peores expectativas de curación, con menos del 10% de supervivencia a cinco años).

La situación es similar entre otro grupo de pacientes oncológicos: el de las personas con cáncer de colon. Este tumor no es de los que está más relacionado con el tabaco (aunque no se descarta el vínculo). Por eso la tasa de fumadores en el momento del diagnóstico era del 14%. Cinco meses después, seguía haciéndolo el 9%.

La reducción del porcentaje de fumadores en este segundo grupo de personas con cáncer es mucho menor, y los expertos opinan que es, precisamente, porque no consideran que haya una relación entre su enfermedad y el tabaco.

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