martes, 27 de diciembre de 2011

Muchos se borran los tatuajes de juventud.

Los centros médicos registran un aumento de demanda para borrar tatuajes
Borrar pigmento resulta más largo, caro y doloroso que hacérselo | Una alta proporción de pacientes renuncia al tatuaje porque les limita en su profesión


Si te tatúas, no lo hagas porque esté de moda Cuando se lo pusieron, pensaron que era para toda la vida. El nombre de María tatuado en un brazo, una telaraña en la nuca, un símbolo budista en la espalda... Pero después María se acabó, por la telaraña un joven fue rechazado para un puesto de trabajo y por el símbolo budista una chica tuvo que parir sin anestesia, porque el tatuaje estaba precisamente en la zona en que se inyecta la anestesia epidural.

Son ejemplos característicos de personas que desean deshacerse de sus tatuajes, según explican médicos especialistas en láser que en los últimos cinco años han observado un fuerte aumento de demanda para borrar pigmentos de la piel. "Borrarse un tatuaje es mucho más largo, caro y doloroso que hacérselo", advierte Rafael Serena, responsable de la unidad de láser de la clínica Planas. "Esto es algo en que no se suele pensar cuando una persona se tatúa".

Según los datos de Planas, el número de personas que solicitan que se les borre un tatuaje aumentó un 81% del 2006 al 2010. Esta tendencia al alza coincide con la observada en la clínica Teknon, donde los tratamientos para borrar tatuajes se iniciaron en el 2007 y donde en los últimos tres años se ha triplicado la actividad. El número de hombres y de mujeres que se tratan para eliminar tatuajes es similar, según los registros de Planas y de Teknon. Un 52% de la demanda se concentra en la franja de edad de 21 a 30 años y otro 31% en la de 31 a 40.

Pero "las motivaciones para retirar los tatuajes son muy variados y el perfil de las personas que vienen también", explica Gabriel Buendía, director del Instituto de Fotomedicina de Teknon. Una proporción elevada de sus pacientes le piden que les borre tatuajes, no porque no les gusten, sino porque les limita en su profesión. Entre los hombres, predominan los que se presentan a oposiciones a policías, bomberos o soldados, ya que no pueden optar a la plaza si están tatuados. Entre las mujeres, predominan las que tienen profesiones de cara al público, y que solicitan que se les borren tatuajes de zonas visibles como cuello, brazos y tobillos.

"También nos vienen jóvenes que empiezan su carrera como ejecutivos y que, cuando empiezan a vestir con traje y corbata, no se sienten cómodos con un tatuaje", explica Buendía.

Después están las personas que quieren quitarse tatuajes porque no les gustan, o porque no gustan a sus parejas o a sus padres. Abundan los casos de nombres de ex parejas. "Muchas veces vienen con su pareja actual, que suele estar muy seria en la consulta y está interesada por saber detalles del tratamiento, como cuánto tardará en borrarse el nombre o cuánto costará", explica Serena.

Mención especial también para símbolos ideológicos como cruces gamadas, que quedan obsoletas cuando una persona modera su ideología o bien llega a un punto en que prefiere ocultarla.

Un caso particular es el de una joven que pidió a Serena que le borrara un demonio del brazo porque el cura le dijo que no la casaba si no se lo quitaba. O el de otro joven que le pidió que le borrara un escudo del Barça. "Como ve, hay situaciones muy variadas", explica el especialista de la clínica Planas.

En la mayoría de estos casos, los afectados desean borrarse tatuajes que se hicieron años atrás y con los que han dejado de sentirse identificados. Pero también se dan casos de arrepentimientos inmediatos. En Teknon han atendido a varios jóvenes que se han hecho un tatuaje sin que su familia lo supiera y que después se encuentran con un ambiente hostil en casa, explica Eva Ciscar, directora de la Unidad de Láser Cutáneo de la clínica. También se registran casos de personas que se quieren borrar un tatuaje inmediatamente después de hacérselo al darse cuenta de que no les ha quedado como esperaban. Y "nadie les ha informado de lo que cuesta quitar un tatuaje", advierte Ciscar.

De entrada, no es posible quitarlo justo después de hacerlo, ya que hay que esperar varios meses para que la tinta se estabilice en la piel antes de empezar a retirarla. Una vez iniciado el tratamiento, no basta con una única sesión para borrarlo. Suelen ser necesarias de seis a diez sesiones que deben espaciarse a intervalos de entre dos y tres meses. Por lo tanto, el tratamiento completo para borrar un tatuaje tiene una duración mínima de un año y puede prolongarse más de dos años.

"Si un paciente tiene prisa, según el tatuaje que tenga, se le puede ofrecer un tratamiento más rápido, pero hay que advertirle que no le quedará igual de bien", explica Rafael Serena.

El precio del tratamiento depende del número de sesiones. En los centros que disponen de la tecnología más adecuada para borrar tatuajes, el precio de cada sesión para un dibujo de tamaño mediano –unos 100 centímetros cuadrados– puede situarse entre 250 y 300 euros. El conjunto del tratamiento, por lo tanto, suele superar los 1.500 euros.

"No es un tratamiento agradable", advierte Gabriel Buendía. No es lesivo para la piel, lo cual facilita que pueda recuperar una apariencia normal como si nunca hubiera estado tatuada. Pero el impacto de los pulsos de láser que se utilizan para liberar la tinta del tatuaje provoca una sensación de dolor similar a los latigazos de una goma elástica. "Las sesiones duran entre cinco y veinte minutos". informa Buendía. "Hay gente a la que le cuesta aguantar esta sensación de dolor de manera prolongada".

Y, pasado el dolor, pagado el precio y esperado el año y medio, no siempre queda bien. Depende de las tintas que se hayan utilizado en el tatuaje y de la técnica del tatuador. Dado que cada pigmento tiene una frecuencia de láser concreta que permite borrarlo, los tatuajes de una sola tinta suelen ser más fáciles de borrar que los que tienen combinaciones de colores. Hay algunos colores, como los amarillos, que no se pueden borrar bien con los láseres actuales. Y hay otros que engañan, ya que están hechos con varios pigmentos mezclados y hacen falta varios láseres para borrarlos.

En general los pacientes no saben qué pigmentos les inyectaron al hacerles un tatuaje. Y los médicos no pueden adivinarlo hasta que empiezan a borrarlo. "Por esta razón –informa Buendía– no podemos predecir el tiempo que hará falta para borrar un tatuaje hasta que iniciamos el tratamiento".

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