viernes, 30 de diciembre de 2011

Israel: no es fácil ser mujer ahí.

No es fácil ser mujer en Israel

.Por Mercè Rivas Torres



Las graves discriminaciones que sufren las mujeres en los países árabes han eclipsado en las últimas décadas el hecho de que la situación de las israelíes está lejos de ser equiparable a la de esas democracias avanzadas con las que quiere compararse el Estado de Israel. Los sucesos violentos provocados estos días por la segregación por sexos que intentan imponer judíos ultraortodoxos en la localidad de Beit Shemesh y otras zonas del país, han atraído la atención internacional sobre este tema. Ser mujer en Israel es difícil, incluso asfixiante. Unas se enfrentan a la objeción de conciencia militar, otras a discriminaciones laborales, muchas a presiones religiosas o malos tratos. A la par, cada día son más las que trabajan con y para las palestinas, en una sociedad crecientemente multicultural.

“En Israel una mujer puede llevar un tanque, pero sigue siendo propiedad del marido” afirman las componentes del Women´s Network, una de las más importantes organizaciones feministas. Evidentemente, las esposas de los ultrarreligiosos son las que se llevan la peor parte, aunque estos sólo representan el 11% de la población. Pero el resto sufre el acoso político y social de lo que se ha denominado el establishment ortodoxo, que intenta restringir al máximo sus derechos y libertades. Incluso hay segregación de sexos en ciertos autobuses de ciertas áreas.
.Aunque es un tema tabú en ese país, también se van conociendo casos de mujeres acosadas en las Fuerzas Armadas, según las organizaciones New Profile Movement y Breaking the Silence. En cuanto al mundo laboral, los salarios de las israelíes suelen ser inferiores a los de los hombres.


La sociedad de Israel lleva años viviendo cambios demográficos importantes y por lo tanto también hay que recordar a las palestinas que viven en suelo israelí, a las gitanas, a las que llegaron de la antigua Unión Soviética (entre las que hay quienes se dedican a la prostitución), a las tailandesas que trabajan en régimen de semi esclavitud en el campo, según informa WAC (Workers Advice Center) o las etíopes. Eso significa que las organizaciones que en Israel luchan por sus derechos han tenido que adaptarse a un feminismo multicultural.

La situación peor la viven, lógicamente, las mujeres palestinas. Su falta de integración en el mercado de trabajo es la razón principal de su pobreza. La mitad de ellas y dos tercios de los niños viven en condiciones calificadas de infrahumanas.

Los conflictos y hambrunas del noreste de África han hecho que muchas mujeres intenten llegar a Israel en busca de una vida mejor. Pero en 2010 más de 5.000 africanas sufrieron violaciones al querer cruzar la frontera de Egipto con Israel, según datos del Hotline for Migrant Workers, y posteriormente cayeron en manos de traficantes de personas.

Por otra parte, en Israel, el único país del mundo en el que las mujeres son reclutadas por ley, las objetoras de conciencia aumentan año a año, en porcentajes del 35% según la BBC. A pesar de las fuertes presiones de la sociedad, muchas de estas reclutas proclaman que no quieren formar parte de un ejército dominador y agresor aunque acaben en prisión o tengan dificultades para encontrar trabajo al finalizarlo.

Hace unas semanas un grupo de mujeres representaron un funeral para denunciar a las víctimas mortales de los malos tratos. Horas más tarde, el primer ministro Netanyahu reconocía que 200.000 mujeres israelíes y 600.000 niños habían sido víctimas en el último año de violencia física o emocional. Poco después, el ex presidente Katsav ingresaba en prisión para cumplir siete años de condena por delitos sexuales.

Hay grupos de mujeres israelíes que, desde hace años, luchan codo a codo con las palestinas para conseguir una región en paz. Un ejemplo a seguir sería el de Hagar Roublev, fundadora del grupo Mujeres de Negro, que siempre tuvo muy claro que no quería ser el enemigo de nadie convirtiéndose en una líder que bien hubiese podido conseguir por sus méritos el Nobel de la Paz. Ella animó a las mujeres judías y palestinas a salir a la calle a protestar, en silencio y con ropas negras, por la muerte de padres, maridos o hermanos. El primer día fueron ocho pero con los años se han convertido en un referente pacifista. No fue fácil. No había manifestación de mujeres que no tuviese enfrente otra de hombres ultra religiosos que intentasen pararlas a insultos y golpes. Al igual que Hagar, mujeres como Dalit Baum o Robi Damelin siguen luchando.

Los ultras ortodoxos son, según las estadísticas, los que más tiranizan a sus mujeres. Mientras ellas trabajan y mantienen a sus familias, ellos estudian textos religiosos. Estas familias tienen una media de siete hijos. Sus mujeres, exentas del servicio militar, viven aisladas, muy tapadas siempre, muchas con la cabeza rapada y con pelucas para salir a la calle, donde tienen que caminar por aceras separadas. Se las puede encontrar en el tradicional barrio de Mea Shearim en Jerusalén, pero también en los asentamientos judíos en Cisjordania.

La mujer en Israel sólo se puede casar por un rito religioso, el matrimonio civil no se contempla en ese país. El divorcio sólo lo puede conceder el hombre, por lo que muchas mujeres recurren a renunciar a sus derechos a cambio de ser libres. Y por supuesto los temas sexuales, ni mentarlos.

La situación de las árabes no es, pues, la única escandalosa en Oriente Próximo.



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