martes, 27 de diciembre de 2011

Al pan pan y al vino vino.

Al pan, baguette, y al vino, líquido elemento
Por: Ángel S. Harguindey
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Parece que se avecinan tiempos de eufemismos, de circunvalaciones a las palabras para no mentar la bicha, por mas que Mariano Rajoy en su discurso de investidura aclarara que en su gestión se llamarán las cosas por su nombre: "Al pan, pan, y al vino, vino". Pues no. Es una de las diferencias de mantenerse en la oposición o llegar al poder, la misma que va del deseo a la realidad.


Luis De Guindos, el flamante ministro de Economía que llega con la bendición de los financieros y los especuladores del mercado, explicó en la toma de posesión de sus secretarios de Estado que la economía española "tendrá una recaída en este trimestre y entrará en tasa negativa". También habló de desaceleración y de alguna cosa mas que no tuviera la desgradable y directa significación de recesión.
Eufemismos también los hubo en el largo juicio que se sigue contra Francisco Camps y Ricardo Costa en Valencia. En realidad, hubo un eufemismo y mucho más. José Tomás, un testigo clave en el proceso, quiso dejar claro que él en realidad no es un sastre sino un "director de moda".

Aclarada la confusión, transmitió en la sala una de las peticiones que le hizo Camps la víspera de su primera declaración ante las investigaciones judiciales sobre los presuntos regalos de la trama Gürtel al presidente de la Generalitat valenciana. "Por favor, sácame de esta. Hablaré con tu jefe y no te va a faltar de nada", le dijo en una larga conversación telefónica. Lo tremendo no es el miedo del encausado por las posibles declaraciones del empleado de Milano. Lo terrible es la sensación de prepotencia del político. En ese "no te faltará de nada" se desprende un poder absoluto sobre los bienes

y las personas. ¿Qué quiso decir?, ¿qué es dueño y señor de los presupuestos públicos? Es una frase pero desprende toda una concepción política de su actividad como servidor público mucho más inquietante que el que recibiera diversos trajes, chaquetas y pantalones. Confunde su papel de gestor con el de propietario. La Comunidad es su finca y hace con ella, y con sus dineros, lo que quiere, desde patrocinar costosisímos y ruinosos eventos deportivos -la Fórmula 1 sin ir más lejos- a adjudir la cobertura visual de la visita del Papa a una empresa de la construcción sin la menor experiencia en la materia.


Pero no todo son eufemismos. Hay alcaldes imputados por el saqueo de una empresa pública, Emarsa, que gestionaba la depuradora de aguas de Valencia (siempre Valencia, el paraíso de los estafadores, depredadores de las arcas públicas y demas ralea) y de la que fue presidente, a los que no les cuesta reconocer que tenía bastantes más de cinco décimos del segundo premio de la lotería, es decir, un premio bastante mayor de 625.000 euros, aunque ante el requerimiento del juez que le imputó por los 17 millones de euros de agujero en la gestión de Emarsa, un representante de Enrique Crespo, alcalde de Manises, aseguró al juez que su representado sólo poseía un décimo. De bastantes más de cinco a uno. Aquí la realidad, probablemente, se ciñera a las primeras y alegres impresiones del regidor, y el deseo -de no ser embargado ante las previsibles consecuencias del juicio-, a las últimas. Donde dije digo, digo Diego. Sin eufemismos ni retóricas.
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