sábado, 26 de noviembre de 2011

Brail. El país que Dilma quiere.

El Brasil que Dilma quiere
Por: Juan Arias | 26 de noviembre de 2011
.La Presidenta brasileña Dilma Rousseff, al revés de su antecesor el carismático, Lula da Silva, habla poco. No es mujer de grandes discursos y no ama aparecer en la televisión. El viernes, sin embargo, en Rio, en el Instituto Nacional de Traumatología trazó, casi a un año de gobierno, la imagen del Brasil que ella desea.



Haciendo un guiño a China, hoy el país extranjero que más invierte en este país, Dilma hizo suyo el significado de la palabra crisis, que en chino significa también oportunidad.

Para Dilma la crisis que azota hoy al mundo, sobretodo a Europa y que según ella se arrastrará aún por algunos años, para Brasil puede y debe convertirse en una oportunidad para crecer y madurar.


“Brasil no quiere ser la quinta potencia del mundo. Quiere ser un país sin pobreza, de clase media y con servicios de calidad para todos”, dijo. Ese es el Brasil que ella desea.


Animada por las últimas cifras oficiales que presentan un desempleo de un 5%, uno de los menores de los últimos tiempos y uno de los índices menores de desempleo del mundo. Dilma tras compararlos con el 22% de desempleo que sufre España dijo con énfasis, casi como un reto y un desafio: “Nosotros no vamos a parar de producir y de consumir. Y vamos a insitir en la innovación tecnológica”.

Para ello, a pesar de las críticas que le llegan del exterior en las que se amenaza a Brasil con el peligro de una burbuja inmobiliaria, Dilma, ha dejado abierto el crédito hasta para las clases más bajas, para que no dejen de consumir asegurando de este modo el empleo.“Siempre se habla que la crisis puede ser tambien una oportunidad y nosotros queremos que lo sea para Brasil”, dijo.

El discurso de Dilma de ayer fue un verdadero desafió. Si la Presidenta saliese ilesa de él, se habrá afirmado como líder de un país que en medio de un océano internacional de pesimismos, de frenos y de miedos, apuesta en el optimismo de un país que quiere crecer y apretar el acelerador de las inversiones, de la búsqueda de empleo cada vez más calificado y del consumo interno, junto con un fuerte gasto social, como oportunidad que le brinda la crisis internacional.

Hay sólo que desearla que salga victoriosa de su reto y de su gesto de coraje al decidir nadar contra corriente porque si se equivocara todos acabaríamos perdiendo, ya que el mundo, guste o no, hoy es globalizado.



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