lunes, 26 de septiembre de 2011

Buenos Aires: asalto poético.

Una ola de poesía se está moviendo por el mundo”. ¿Qué busca? “Aumentar la energía de la poesía, asumir el reto de las grandes transformaciones del espíritu, fundar un mundo acorde a la vida y no sujeto a los designios de la devastación”. ¿Quiénes convocan? Más de 100 festivales internacionales de poesía y 67 organizaciones poéticas internacionales, encolumnadas detrás del Movimiento Poético Mundial ( World Poetry Movement ) y de 100.000 Poetas por el Cambio . Se presentaron este fin de semana con una acción poética global, que incluyó 800 lecturas de poemas en 520 ciudades de 100 países, talleres, conciertos, y otras actividades.

En Buenos Aires, el asunto empezó el sábado al mediodía, con una convocatoria para “llenar de poesía” los estantes de la Biblioteca Nacional (BN). No se sabe cuántos de los 890 mil volúmenes que hay en la BN son de poesía, pero sí es seguro que la poesía argentina contemporánea no tiene presencia en la biblioteca pública de todos los argentinos.

De los escritores de los 90, no hay un solo libro de poemas de Sergio Raimondi, ni de Alejandro Rubio, ni de Washington Cucurto, ni de Laura Wittner. Apenas un ejemplar de un poemario de Fabián Casas y otro de Punctum , de Martín Gambarotta. Sólo hay 6 volúmenes de Juan Bignozzi y 9 de Diana Bellesi, contra los 285 que tiene Mario Benedetti. Si bien la ley obliga a todas las editoriales a enviar a la BN un ejemplar de cada libro que editan, las más pequeñas rara vez la cumplen.

Encabezados por Graciela Aráoz y Víctor Redondo, los integrantes del Movimiento… aportaron más de un centenar de volúmenes de escritores no catalogados. “La idea es lograr que las bibliotecas compren libros de poesía”, dijo Aráoz, titular de la Sociedad de escritoras y escritores de Argentina (SEA).

En la sede que esa institución posee en el edificio de la estación Once, continuó la actividad. Siguió con un recital de poesía del que participaron José Antonio Cedrón, Enrique Solinas y Paula Jiménez. Cedrón señaló el carácter inédito que suelen conservar los poemas, que resisten las publicaciones. Jiménez leyó poemas de un libro sobre viajes que está terminando y Solinas otro de El gruñido y otros poemas , una antología de su obra publicada recientemente.

Luego, María José Tobal y Aquilino Ramos, pintores y escultores de Zamora, España, vinculados con el grupo Fluxus – heredero del dadaísmo– a través de la figura de Wolf Vostell, realizaron una serie de performances que desacomodaron a los asistentes. Tobal se escribió una frase en un brazo (“ es arte la vida del lobo blanco que me alimenta ”), y luego se lamió la escritura hasta borrarla; escribió dos versos en telgopor, con una resistencia (“ ya era cálida su mano/ yo amaba el frío ”) y colgó otra frase que fue escribiendo en placas de papel radiográfico (“ cortaban juntos los claveles de la despedida ”).En Paternidad , otra performance, Tobal y Ramos convirtieron en basura páginas de diarios, que leyeron en voz alta. Con esa basura vistieron a un muñeco azul con connotaciones fálicas.

Para terminar y con la participación del público, organizaron un “concierto fluxus”. Se taparon los ojos de los asistentes y les susurraron al oído lo que debían decir de manera ininterrumpida: “sí”, “no”, “desorden”, “calla”. Así, a los gritos, en medio de las risas, concluyó la primera acción poética global, preparatoria, como señala el texto que se distribuyó, de “lo que será, y de lo que aún no se sabe”.

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