miércoles, 28 de septiembre de 2011

Barcelona golea fácil.

La mejor terapia son los goles
El Barça aprovecha las facilidades del Bate Borisov, un rival muy débil en las áreas


Exigido por el empate cedido ante el Milan, el Barça despachó un partido muy sencillo en Minsk con una faena tan discreta como elegante, rematada con el siempre reconfortante 0-5, suficiente para aliviar el pánico que le genera a Guardiola solventar el pase a octavos de final. No hay mejor terapia para los conflictos sociológicos que de vez en cuando sacuden al club, como es el caso, que un buen puñado de goles. Metido en faena de principio a fin, el Barcelona no dio opción alguna al humilde equipo de Borisov, en lo que fue una visita histórica, por ser la primera vez que los azulgrana jugaban en Bielorrusia y porque Messi llegó a los 194 goles marcados con la camiseta azulgrana, los mismos que Kubala.


BATE Borisov, 0 - Barcelona, 5
0 - BATE Borisov: Gutor; Volodko, Filipenko, Simic, Bordachev; Baga, Olejnovich, Bressan (Kurlovich, m.82), Rudik (Aleksiyan, m.60), Kontsevói y Kezman (Skavysh, m.57).

5 - Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Mascherano, Abidal (Adriano, m.61); Xavi (Cesc, m.59), Keita, Thiago; Pedro (Maxwell, m.69), Messi y Villa.

Goles: 0-1, m.19: Volodzo, propia puerta. 0-2, m.22: Pedro. 0-3, m.38: Messi. 0-4, m.56: Messi. 0-5, m.90: Villa.

Árbitro: Manuel Gräfe (GER). Mostró cartulina amarilla a Alves (m.77) y a Simic (m.80).

40.000 espectadores llenaron el Dinamo Stadion de Minsk (BLR), en partido correspondiente a la segunda jornada de la primera fase de la Liga de Campeones, grupo H.

El Barcelona vistió su segunda equipación, de color negro, y los jugadores lucieron un brazalete blanco en homenaje al fallecido Chus Pereda, ex futbolista de la entidad.


Si a Goncharenko, el entrenador del Bate, le llaman el Guardiola bielorruso no será, precisamente por el planteamiento de ayer. Dicen que es valiente y juega al ataque, pero resulta que anoche se traicionó. Formó con 10 futbolistas metidos en su área, literalmente, así que antes que buscar la sorpresa frente al Barcelona pareció firmar la rendición. Y perdió de manera miserable.

En tales circunstancias, a Guardiola le bastó con jugar con dos defensas para vigilar al veterano Kezman, único punta local: Puyol tapaba al serbio y Mascherano le cubría la espalda. No había mucho más que temer, así que Alves y Abidal jugaron un paso por delante, a la altura de un mediocampo lleno como pocas veces. Se alternaban mucho los mediocampistas, aunque normalmente Xavi ejercía funciones de mediocentro.

Messi retrasaba su posición para dejar de ser un falso nueve y convertirse en lo que los argentinos llaman un enganche y dejarle sitio a Keita, que a menudo aparecía pisando el área en busca de un centro, que por algo es el jugador de la segunda línea que mejor va de cabeza. A todo eso, flotaba Thiago mientras Villa y Pedro jugaban más hacia adentro que de costumbre, abriendo un pasillo a sus espaldas. Puestos a explicarlo con números, lo de ayer fue un 2-6-2.

Guardiola pidió honrar la memoria de Chus Pereda, fallecido el martes, con una victoria en el estadio del Dinamo de Minsk y, a ser posible, con buen juego. Pero las circunstancias resultaron más propicias para ganar como buenamente fuera posible antes que para sentar cátedra. Bastante tenían los jugadores con encontrar medio metro para sacar un pase. Se trataba de picar piedra y eso es lo que hicieron. Como si fuera un partido de balonmano, el Barça atacó de lado a lado, con un juego antes lateral que profundo; era imposible enfocar el tema de otra manera. Con el culo bajo el larguero, el Bate no daba otra opción que no fuera mover la pelota como un limpiaparabrisas.

El muro no tardó en ceder porque los azulgrana son fiables y trabajadores, mientras que su rival es un equipo pensado para atacar al que se le pedía que defendiera, por más futbolistas que acumulara en su campo. Así que los goles llegaron tanto por el acierto forastero como por las facilidades locales. El primero se produjo tras un centro de Thiago que buscaba a Keita y que convirtió en gol Volodko, al intentar despejar.

Dos minutos después, Pedro acertó a rematar un balón colgado por Villa, sacando provecho de otro error defensivo, esta vez del portero, que calculó mal su salida. A los 37 minutos, otra vez Gutor facilitó a Messi cerrar el partido. El argentino quedaba a un gol de Kubala y, como Messi no suele guardarse nada, a los 10 minutos del segundo tiempo se convirtió en leyenda: logró el gol número 194 de su vida azulgrana con un zurdazo que hubiera firmado el mismo Laszy. Próximo objetivo, los 235 de Cesar. O sea, simple cuestión de tiempo. Llegados a ese punto, Guardiola se guardó a Xavi y Abidal, y recuperó el dibujo clásico, con cuatro atrás. Los azulgrana, ayer de negro, dejaron fluir los minutos sin perderle la cara al partido, que terminó siendo una terapia inmejorable contra el mal cuerpo institucional.

No hay mejor reconstituyente para estos casos que un 0-5, materializado por Villa, y unos cuantos números para el inventario: Messi, que suma 14 goles en 10 partidos, ha atrapado a Kubala; el equipo sumó en la Champions su partido número 23 consecutivo marcando en cancha ajena, y Guardiola, con 42 encuentros en la máxima competición, superó a Rijkaard (41), Van Gaal (40) y Cruyff (35). A un partido muy fácil respondió el Barça con registros de un campeón.

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