sábado, 28 de mayo de 2011

Más Santo que Infante/cuento corto.

Por Ojitos de Miel.


MÁS SANTO Y MENOS INFANTE

“El ocio es la madre de todos los vicios”. --- ¿Quién no ha oído o citado esto?, pues hoy aquí y aunque soy consiente de mis limitaciones en cuanto a la narrativa, quiero compartir con ustedes una interpretación llegada a mí, gracias a una tarde de ocio.

Eran las tres de la tarde y no debía volver a la oficina, me recosté a ver televisión, solo después de 15 minutos, paseando por medio de mi control por más de 40 canales; comencé a ver una película, nada más y nada menos que de El Santo. ¡Dios! Hasta ese día, nunca había visto una entera. No me arrepiento, una cosa llevo a otra y mi mente volaba.


Es el mejor ejemplo que podemos tener, sí leyeron bien, el mejor ejemplo, más adelante entenderán todo esto; él es osadía, persistencia y sobre todo éxito. Rompió con esquemas, quizás mi apreciación venga como todo lo referente a su cinematografía; de chiripazo. Por un tiempo en Europa sus películas fueron consideradas como películas de culto de ciencia ficción o cine cómico surrealista.

Llenas de errores de continuidad, el uso de malos disfraces, murciélagos de plástico manejados con hilitos que se ven, ¡Ah! Y sin faltar las bellas y buenerrimas mujeres, que le acompañan y le retan. Esto es una constante en sus 52 películas, filmadas entre 1958 y 1982.


En todas y cada una de ellas vemos a un héroe, que jamás se raja, ni pierde, que busca la forma, hace equipo y cuando no puede, da marcha atrás solo para tomar vuelo y embestir nuevamente, siempre limpio, siempre con ropa buena y con tecnología de punta.


Sin el ánimo de herir el profundo amor, que como mexicanos sentimos por el buen, simpático y por supuesto guapo, Pedro Infante, a él lo mencionaré, a fin de englobar el perfil del mexicano en el 99% de la producción del cine nacional y sus mensajes. Me atrevo a hacer un ejercicio, usando a El Santo y a Pedrito como Antónimos.

Ahora me explico, en casi todas las joyas del cine mexicano; vemos al pobre, pobre y bueno, bueno, que es abusado por el rico, exitoso y malo, Pedrito y sus películas hablan del galán, macho mexicano y que además, es una persona con aspiraciones pero sin oportunidades, siempre rodeado de dramas, muertes, enfermedades, victima de fraudes, perdedores y mediocridad, cuando al fin logra el éxito económico, el reconocimiento y el glamour, ¡zaz!

Se convierte, en un ser mezquino y muy malo. Por tanto aprende que; sin tranza, sin trampa, sin engaño, no logrará llegar a su meta. Sé, que en el tiempo donde se sitúan esas películas, la miseria era el pan de cada día, tanto más que ahora. Sin embargo eso no quiere decir que debamos quedarnos en ella, algo podemos hacer, buscarnos nuestra oportunidad, probar suerte, echando mano de nuestras capacidades.


En cambio, El Santo nunca perdió, siempre luchó y fue para adelante, siempre tenia un plan y hacia algo que le permitía salir adelante, sin perder la galanura, ni el glamour, jamás al ganar algo, perdió lo importante, ni valores, ni amores. Incluso en una película cuando vio que no podría y que era inminente la posibilidad de morir en el intento, tomó su hermoso convertible y se fue, para tomar distancia y buscar la forma de ganar y efectivamente, al final, ¡ganó!


Valga pues, la comparación y su efecto en nuestra idiosincrasia, los monstruos de antes, con los que ellos lucharon, son los mismos que los de ahora, la diferencia radica el la actitud para enfrentarlos.


¿Qué sería de los mexicanos si fuéramos más Santos y menos Infantes?
Al final de ese día de ocio, descubrí que debo ver más allá de lo que se ve, ser más optimista y luchar por aquello, que me cuesta un poco más, no perder el ánimo ante una negativa, trabajar en equipo y finalmente hoy les digo… el ocio, a veces puede ser madre de un análisis más allá de las costumbres y los iconos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario