lunes, 28 de febrero de 2011

Libia, crisis humanitaria.

El conflicto en Libia se ha convertido ya en una crisis humanitaria. Según cálculos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), unas 100 mil personas han abandonado ya el país. Y miles más esperan su turno para huir de la represión de Gadafi. Actualmente, hay alrededor de 20 mil personas esperando a cruzar el paso fronterizo de Ras el Ajdir. La mayoría de ellos son trabajadores egipcios, cuyo éxodo en masa arrancó el pasado miércoles, pero que desde entonces se ha ido intensificando hasta hacerse casi insostenible.

La situación en la frontera este lunes por la mañana es de mucha tensión y dramatismo. Los militares tunecinos se ven incapaces de controlar el flujo de personas que se agolpan frente a la verja azul que separa ambos países. Ante el creciente caos, grupos de jóvenes tunecinos se han erigido en improvisados agentes de aduana y controlan como pueden el acceso a territorio tunecino.

Al otro lado, muchas personas están saltando a la desesperada la tapia que hace de frontera. Lanzan sus maletas y pertenencias al aire y después intentan colarse trepando el muro. Les esperan los jóvenes voluntarios que les piden la documentación y a los que no la portan consigo les conminan a volver a Libia.

Para paliar este desorden, ACNUR tiene planeado instalar hoy mismo un campo de tránsito en Túnez para dar cobijo a la multitud que huye de los enfrentamientos en Libia. "Las autoridades tunecinas están acomodando a la gente en refugios y escuelas, pero ahora se dan cuenta de que no pueden abarcar la situación y necesitan de la ayuda de la comunidad internacional", ha asegurado Liz Eyster, de ACNUR, en declaraciones a la BBC. Los representantes locales de la Media Luna Roja han calificado la situación de "crisis humanitaria". "El mundo entero debería movilizarse para ayudar a Egipto a repatriar a sus compatriotas"

Escenas de desesperación

Anoche ya se vivieron escenas de desesperación en el lado libio de Ras el Ajdir. Los refugiados intentaron el asalto a la frontera y se encontraron con la respuesta contundente de los militares tunecinos, que la empredieron a palos. Un hombre en el suelo trataba de protegerse la cabeza con las manos mientras un militar le golpeaba. Otro se tapaba el cuello cubierto de sangre. Pero la desesperación parecía ser más fuerte que los golpes y los refugiados insistían en entrar a toda costa.

Exaltados, en medio del griterío y de la violencia, unos jóvenes trataban de subirse encima unos de otros para superar la tapia. Los gritos de los egipcios se han hecho más ensordecedores cuando la cámara les ha apuntado. Mientras ellos pedían salir en las imágenes, un grupo de jóvenes tunecinos al otro lado de la tapia les provocaban y ayudaban a los militares a que ninguno entrara.

La frontera de Ras el Ajdir ha cambiado mucho en las últimas horas. La organización de los primeros días y la hospitalidad de los tunecinos, unos sorprendentes anfitriones que han acudido en su ayuda sin pedir nada a cambio, se ha vuelto un caos ante la avalancha de personas. El ritmo de llegada de refugiados se ha acelerado y ha desbordado a los tunecinos.

Algunos llevan horas viajando para recorrer los 200 kilómetros de carretera que unen la capital libia con Túnez. Después de ser robados por la policía de Gadafi en los controles del camino, los refugiados egipcios tienen que esperar durante horas para que les lleven en autobuses a pabellones y centros escolares en la ciudad tunecina de Ben Gardan. Se quejan de que ninguna autoridad egipcia se ha acercado hasta allí para darles información.

En el puesto fronterizo de Ras el Jdir confluyen ahora mismo los tres países que han protagonizado las revueltas de los últimos meses: Libia, Túnez y Egipto. Tres estados que todavía viven en el descontrol pero que mantienen vivos el sueño de la revolución.

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