domingo, 30 de enero de 2011

Es más fácil creer que pensar.

La Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología en México 2009, realizada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, confirmó lo que ya se conocía, que en México carecemos de una cultura científica, aunque se tienen ciertos conocimientos sobre la actividad científica y tecnológica.

Los resultados de la Encuesta, que se dieron a conocer sin mucha difusión, reflejan lamentablemente la realidad de nuestro país, ya que se considera que los adelantos científicos y tecnológicos son benéficos, pero al propio tiempo se le teme a los científicos.

¿A qué le tiras cuando sueñas?
La Encuesta demostró que en la mayoría de la población coexisten la magia y el racionalismo, en un sincretismo que dificulta la toma de decisiones, ya sean personales o colectivas, pues no es posible conciliar el pensamiento mágico con el crítico.

Como muestra de esta realidad bastan algunos ejemplos. De los más de 40 millones de encuestados mayores de 18 años, 83.6 por ciento aseguró que “confiamos demasiado en la fe y muy poco en la ciencia”. Al mismo tiempo, 82.69 por ciento reconoció que “la aplicación de la ciencia hace que nuestro modo de vida cambie demasiado rápido”. Es decir, se considera que la ciencia produce modificaciones en nuestra vida, pero se confía más en la fe que en el conocimiento científico.

Aunque no queda del todo claro esa confianza, pues poco más de la tercera parte de los encuestados (34.03 por ciento) asegura que “algunos números son de la suerte” o sea que no hay una fe ciega en ellos.

Asimismo, menos de la mitad (43.55 por ciento) consideró que “algunas personas poseen poderes psíquicos”; por tanto, se puede suponer que hay un razonamiento lógico en quienes no creen en los psíquicos.

En cuanto a otras creencias, 37.74 por ciento afirmó que los objetos voladores no identificados son vehículos espaciales de otras civilizaciones, lo que representa una minoría de la población, a pesar de las campañas de conductores de programas y charlatanes que han abordado ese tema.

Sin querer ver el vaso medio lleno, ni fomentar falsas expectativas, se podría suponer que a pesar de nuestro bajo nivel educativo, sí hay una mejora en la percepción del conocimiento científico, a pesar de las campañas oscurantistas a que hemos estado expuestos en los últimos diez años.

Lamentablemente, en el tema de la salud se perdió una gran oportunidad para conocer cuánta cultura médica se tiene, ya que se hizo un planteamiento erróneo: “Existen medios adecuados para el tratamiento de enfermedades que la ciencia no reconoce (acupuntura, quiropráctica, homeopatía, limpias)”.

La colocación de la acupuntura junto a la homeopatía y las limpias manifiesta un pobre conocimiento de los fundamentos científicos de la acupuntura, por lo que la respuesta no es confiable. Asimismo, habría que determinar qué tanto repercute en la salud el efecto placebo de las limpias.


La ciencia, temida y deseada


Al margen del cientificismo, la Encuesta permite descubrir percepciones contradictorias sobre el quehacer científico, pues por un lado se le teme y por otro se la ve como una actividad necesaria para lograr el desarrollo tecnológico del país.
La mayoría de los encuestados (57.49 por ciento) consideró que “debido a sus conocimientos los investigadores científicos tienen un poder que los hace peligrosos”.

Pero al mismo tiempo, una mayoría abrumadora reconoce (90.76 por ciento) que “los descubrimientos científicos por sí mismos no son buenos ni malos, lo importante es el uso que se les dé”.

En el aspecto ético, la mayoría de los encuestados (88.14 por ciento) considera que el “científico debe responsabilizarse de los usos buenos y malos que hace, él mismo, de sus propios descubrimientos”. Pero sólo 44.11 por ciento estima que “los científicos son responsables de los malos usos que hacen otras personas de sus descubrimientos”.

A pesar de sus temores, 87.80 por ciento afirma que “el gobierno debería invertir más en investigación científica”; asimismo, 93.01 por ciento considera que “en México debería haber más gente trabajando en investigación y desarrollo tecnológico”.

Además, en contra del pragmatismo gubernamental, 76.09 por ciento piensa que “los científicos deben ser libres de llevar a cabo sus investigaciones a su antojo, siempre y cuando lo hagan bajo reglas éticas”. Es decir que la mayoría reconoce que la investigación científica no debe tener restricciones.

Aunque hay algunas preguntas sesgadas y otras con graves faltas de ortografía, la Encuesta permite asomarse a la percepción que tenemos de la ciencia y la tecnología.

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