jueves, 30 de diciembre de 2010

Se puede ser holandés y musulmán.

Imagine una holandesa que habla por los codos, que dirige el servicio al cliente de una empresa eléctrica, que acaba de participar en un programa de televisión estilo Supervivientes y que sostiene que, si una pareja gay se quiere casar, que lo haga. ¿Se la imagina? Pues ahora le pone un hijab. Esa es Esmaa Alariachi, una mujer nacida en Ámsterdam hace 31 años empeñada en romper estereotipos desde la pantalla.

"La gente me mira y piensa: ¡pobrecita! Está oprimida", dice la periodista
De Meiden van Halal (Las chicas Halal) fue el programa de la tele pública holandesa que lanzó la popularidad de las hermanas Alariachi (las veinteañeras Esmaa, Yihad y Hajar) en el que debatían mucho sobre lo humano (de la vida profesional a la sexualidad) y también, pero menos, sobre lo divino.

Entraron de sopetón en los hogares holandeses en 2005, cuando sus correligionarios estaban bajo el foco después de que un joven holandés-marroquí asesinara al cineasta Theo Van Gogh. La mayor de las Alariachi, que trabajó de enfermera y profesora de inglés, se ha convertido en una habitual en los platós. Las hermanas aceptaron encantadas porque querían mostrar a sus compatriotas que ser holandés y musulmán es compatible.

Alariachi, hija de melillense y marroquí, es una de las 25 europeas musulmanas más influyentes, según el lobby Red Europea de Profesionales Musulmanes. "Es triste que tengamos que hacer una lista para enseñar al mundo que no solo nos preocupamos de la religión, para que vean que nos interesa la vida", explicaba en Madrid la víspera de reunirse con las otras candidatas en un seminario en la Casa Árabe y una gala posterior.

No es de extrañar que las hermanas Jadija (29 años) y Mariame (23) Tighanimine fueran las más estilosas de las asistentes con sus pañuelos gris y negro de seda brillante. Se nota que son francesas y las autoras de la bitácora Hijab & the city (un guiño al título original de Sexo en Nueva York), donde estas hijas de marroquíes lo mismo comentan que vuelve el estilo camuflaje, recomiendan recetas, debaten sobre cuestiones candentes -¿el burka? "es algo cultural, me resulta ajeno"- o cuentan en un vídeo grabado en plena calle su visita a Madrid y muestran su modelito (falda hasta el tobillo, taconazos, bolso baguette).

El blog, en francés, tiene más de 60 mil visitantes únicos al mes.

Cuenta Jadija, licenciada en Ciencias Políticas, que lo creó en 2008 porque el mercado laboral francés le da la espalda. "Nos dimos cuenta de que no había espacio para que las mujeres musulmanas se expresaran, les queremos dar voz y visibilidad". Añade que los primeros en criticarles fueron los defensores de la sacrosanta laicidad.

"Ahora, los más críticos son musulmanes que creen que no se debe hablar de temas como la sexualidad, son de mente cerrada". Su hermana twittea el seminario desde su BlackBerry.

Alarachi desmiente un par de tópicos. "La gente me ve y piensa: ¡pobrecita! Está oprimida", dice imitando un tono de conmiseración. "¡Qué demonios! Parece que no entienden que se puede hacer por voluntad propia, por devoción, por algo más grande", explica. Y añade a toda velocidad: "Y me da mucha rabia que me digan: ya, pero tú eres diferente. Lo odio, que no, que soy como la mayoría. Ni terroristas, ni estúpidos", afirma.

Alariachi aboga por combatir a quienes hacen películas antiislámicas con filmes a favor de la fe de Mahoma, a los bloggers islamófobos con bitácoras. "Sería un logro que nos preguntaran por temas que afectan a todos", dice. Por eso le hizo tanta ilusión que hace poco la invitaran a un concurso de televisión sobre el cambio climático. "A mí también me preocupan la alimentación, la política y los terroristas".

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