lunes, 27 de diciembre de 2010

Mía o de nadie, expresión machista.

Es un nuevo héroe, otro hombre que ha salido en defensa de una mujer. Ocurría hace quince días: «¡Eres mía o de nadie!». Aunque suene a amenaza de manual contra los malos tratos, esta es la frase que escupía, presuntamente, un vecino de Valdemorillo mientras daba una paliza bestial a su ex mujer.

Pero no sólo ella era víctima de la ira del hombre. Un conocido de ella recibió otra enorme golpiza que le llevó a urgencias por defender a la maltratada. Éste es el relato en primera persona de lo que ocurría aquella reciente madrugada de domingo.

Cinco de la madrugada del 11 de diciembre. José María Represa, de 52 años y residente en la zona del Cerro de Valdemorillo, se encuentra en un disco-pub del pueblo. «Sabía que a Raquel —nos cuenta— la habían molestado por teléfono toda la noche. Con ella no tengo amistad, es una conocida de mi zona.

La mujer estaba desencajada». Vio que había estado atosigándola otra mujer, de pelo rojo, y se acercó a Raquel para ayudarla: «“No merece la pena”, le dije, y, aunque su casa está a unos 500 metros, decidí llevarla en mi coche».

Durante el breve trayecto, Raquel recibió dos o tres llamadas a su móvil, en los que una mujer le gritaba «¡Guarra!, ¡puta!...». Llegaron ante la casa de la mujer, y, de repente, todo se precipitó. «Raquel comenzó a buscar sus llaves y, cuando iba a bajarse, se abrió la puerta del coche y la vi salir volando».

Según su relato, a la mujer la sacaron del vehículo y lo primero que hicieron fue destrozar su teléfono móvil. La tiraron al suelo y comenzaron a pegarle. Eran dos personas, supuestamente, su ex marido y la mujer del pelo rojo, que podría ser compañera de trabajo de éste.

«Al principio creí que venían a robarnos —prosigue José María—, pero el tipo se fue a por mí y comenzó a pegarme. Me defendí como pude, aunque me dejó atontado. Pero yo no podía dejar a Raquel, a la que estaban pegando, tirada en el suelo». El agresor, cuando parecía que dejaba por fin a Represa,se dio la vuelta y siguió vapuleándolo.

Daba la sensación de que estaba habituado a la práctica de artes marciales o boxeo. «Me tiró al suelo y me machacó. Acabamos a 20 o 30 metros de donde comenzó la paliza, me empujó contra los coches y me partí el brazo izquierdo».
José María reconoce que quedó grogui. «No sé si él me dio por muerto o me dejó porque estaba tumbado. Tampoco podía caminar, pues tenía el pie fastidiado. Me arrastré como pude para llegar a donde estaban pegando a Raquel.

“¡Eres mía o de nadie!”. Le estaban dando patadas por todas partes. Yo gritaba: “¡Dejadla en paz!”... Hasta que su madre llamó a la Policía Local».
Los agentes aparecieron enseguida y se llevaron al sospechoso al cuartelillo de la Guardia Civil. Parece que tiene historial por agresiones. De hecho, explica Represa, hay una petición de alejamiento por parte de Raquel sin resolver y el 30 de noviembre fue condenado en un juicio porque en una reunión de la comunidad de vecinos agredió a uno de ellos en el ojo.
«
Se comportaron con un estado muy violento, tanto él como la mujer del pelo rojo. Tenían una cara horrible, deformada, estaban como monstruos, con esa violencia gratuita...». Raquel y José María acabaron en el centro de urgencias de Valdemorillo. Él tiene dos partes médicos.

En resumen, sufre policontusiones por toda la cara (ojos, nariz, boca), arañazos (le destrozaron la camisa), tres roturas en el húmero del mismo brazo, un dedo del pie con fisura, esguince en un codo... La mujer sufre policontusiones y están valorando los médicos la existencia de alguna lesión interna, pues sufrió golpes en el pecho.
Aterrorizados

Ambos están aterrorizados. Ella está protegida desde el momento de la agresión por personas de su confianza y ha tenido que solicitar una baja laboral. Tiene mensajes en su móvil del tipo «e voy a matar», según nos narra su «salvador». A José María Represa, que lleva un tiempo en paro y estaba a punto de poner en marcha una
empresa —proyecto que ha tenido que aparcar por esta salvajada— el temor no se le va en ningún momento del cuerpo.

Raquel ha interpuesto la correspondiente denuncia y su ex marido fue detenido por estos hechos. Días después de la agresión, cuando prestaba declaración ante el juez que lleva el caso, «alegó que tenía un dedo partido». La mujer del pelo rojo «alegó que se había partido una pierna, luego un tobillo...».

Parece que no mantenía ningún tipo de relación afectiva con el agresor, pues podrían ser compañeros de trabajo. José María Represa cree que existen «denuncias cruzadas». Incluso a él: «Por defenderme», ironiza. El 12 de enero está previsto el juicio por violencia de género en el juzgado número 3 de El Escorial.
Contusiones por todo el cuerpo

José María Represa no sólo tiene miedo desde hace quince días. También dolor, y muy fuerte. Según los partes médicos, emitidos el día 12 en el Hospital La Zarzuela y el 14 en la Policlínica Cemei de Valdemorillo, sufrió tres roturas en el húmero del mismo brazo, un esguince y contusiones por todo el cuerpo: en la cara, en las rodillas, en los codos y en un pie.

También se le aprecian, y aún son visibles parcialmente, hematomas en las órbitas. Raquel, ahora en baja laboral, también sufrió policontusiones, aunque los médicos la tienen bajo observación por los golpes que recibió en el pecho.

El «héroe» de Valdemorillo mantiene inmovilizado su brazo izquierdo en un cabestrillo, situación en la que todavía permanecerá más de una semana. De momento sigue con medicación y sujeto a revisiones médicas periódicas, principalmente para controlar la recuperación del esguince y la fractura en el húmero.

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