miércoles, 29 de diciembre de 2010

La búsqueda del amor verdadero/Anna Bolena.

Ya viene año nuevo y con él los deseos de consentir al corazón: encontrar a esa persona o tener un hijo o casarse, cada quien en su canal, pero siempre por lo menos un deseo está enfocado al amor. Aunque queramos ser muy solitarios, Cupido siempre es bienvenido, no hay nada más lindo que enamorarse y sentirse correspondido, tener alguien con quien compartir y que llame una vez al día a decir "te amo", una persona que cuando te sientas triste te haga piojito y cuando tengas euforia se vaya de fiesta contigo.

Y es que el amor es muy bonito, pero la única manera de tener amores bonitos es cerrando los ciclos para que el corazón esté receptivo. Muchas veces vivimos nuestra vida llenos de ciclos inconclusos, nos da miedo llamar a ofrecer una disculpa o perdonar a quien nos hizo daño, cuando no estamos en paz con la ruptura de una relación, y ya ha pasado el tiempo considerable de duelo furibundo, es porque aún no hemos podido cerrar el ciclo.

El corazón es caprichoso y nos puede engañar, un ciclo abierto es una luz roja que parpadea y que si nos descuidamos terminamos metiendo las patas o dañando a alguien más. Cerrar los ciclos y liberar a las personas de nuestro "amor eterno" es importante para continuar el camino y volver a enamorarnos de tal manera que el pasado no sea más que un recuerdo que ya no sabotee el presente.

Nunca he pensado que los hombres sean buenos o malos, cabrones o no, ni que las mujeres sean pen... o locas, pienso que cada quien en su género reaccionará según lo que está viviendo y con quién lo está viviendo. He lastimado y no me considero una bruja y me han lastimado y tampoco los considero "desgraciados", pero es aquí donde cerrar los ciclos es importante, saber aceptar la responsabilidad de cada herida, echarle un ojo a las propias y poder expresar los sentimientos que te provocan para poder aceptar una disculpa y pedirla.

Para cerrar un ciclo tiene que haber tres ingredientes imprescindibles: sensatez, honestidad y humildad , además de tres aspectos que tienen que salir de la mesa: soberbia, ego y rencor. Para que dos personas puedan seguir su camino sanamente lo mejor es esperar a que las aguas se calmen para empezar el proceso de reconocer y reflexionar sobre la relación, qué, cómo y por qué pasó, qué hice para abonar el terreno de lo que pasó, qué hice bien, mal, qué hubiera preferido no hacer y qué hubiera podido hacer para evitarlo, cuál es mi responsabilidad, qué me dolió, qué hice que causé dolor; nada mejor que un buen test introspectivo para poder asumir nuestra parte y liberar a la otra de culpas injustas.

Cuando liberas a alguien te liberas tú, cuando aprendes, más que a juzgar lo que te hicieron y "¡qué victima soy!", a mirar en dónde te equivocaste, experimentas una extraña sensación de confort, porque siempre echar la culpa es más fácil, pero mucho más nutritivo asumir cada quien su parte y después tener la grandeza de hablar para comprenderse como seres humanos, para poder "dejar ir".

Hace poco alguien me preguntó que si la otra persona no quería cerrar el ciclo y uno quería hacerlo bien, ¿qué se podía hacer? Le respondí que creo que todo es intención, es muy bonito poder hablar con alguien y aclarar el agua, pero si ese alguien no está preparado para hacerlo, una linda carta en la que se expresen los sentimientos es una buena idea, o con el simple hecho de aceptar con uno mismo sus aciertos y desaciertos y la mejor intención de arrepentimiento, debe ser suficiente.

"Cerrar ciclo" es algo simbólico y cada quien al conocerse sabe cómo hacerlo y qué necesita, lo que siempre hay que pensar, sin juzgar, es que no todo el mundo está listo para cerrar ciclos, hay quienes les cuesta más trabajo y forzar las cosas puede resultar peor.

Lo mejor es fluir, dejarse llevar y siempre procurar hacer las cosas bien y cuando no salen tan bien, hacerle saber a la persona que nos sentimos mal por haber causado daño, que nunca fue la intención y dar la cara, de frente y sin pena porque somos seres humanos y con los errores aprendemos.

En algún punto llega alguien con quien aplicar todos esos aprendizajes, pero en el camino nos llevamos a muchos entre las patas mientras hacemos un doctorado en el amor. Ofrecer una disculpa puede liberar al que la pide y al que la acepta.

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