viernes, 15 de octubre de 2010

Viuda a medias.

Lucero y Julio César han tenido una relación por más de 30 años, inclusive como fruto de esa pasión desbordada nació Marco Antonio, quien hoy tiene 20 años. Ese chico es un poco problemático, es depresivo, y casi nunca sale de casa, le horroriza el mundo externo, y prefiere quedarse al lado de su madre a quien atiende amorosamente.

Lucero es una mujer proveniente de la clase media depauperada de la ciudad de Guatemala. Es una mujer guapa, ella se dice: "soy una vieja menopausica, pero encantada de la vida". Ella conoció al amor de su vida en Telgua, la compañía telefónica nacional, cuando le tocó ser su secretaria durante muchos años, así fue que se conocieron y enamoraron Lucero y Julio César.

Julio César, quien era el director general de la empresa, era un hombre proveniente de una familia muy rica de Guatemala se apellida Novello. Como es natural la familia de Julio César se opuso terminantemente a que Lucero fuera la novia y mucho menos la futura esposa del ingeniero Novello. La madre de Julio César decía ante sus amistades, hubiera o no necesidad de aclararlo, que ella no lo permitiría nunca que su amado hijo se "revolcara con una cualquiera", y añadía, "primero pasan sobre mi cadáver, que aceptar tal unión".

Sin embargo, la pasión entre ellos iba creciendo más y más, hasta llegar al paroxismo. Nadie podría detener la marcha de ese amor desbordado, ni la madre rígida y voluntariosa de él, era como pretender detener la marcha de un tren que va a toda velocidad.

Lucero era una mujer hermosa que cuidaba demasiado su aspecto físico, realizaba ejercicios matinales y mantenía una dieta balanceada, inclusive cuando al verse en el espejo notó que tenía el mismo tipo de nariz de su padre, aguileña, de inmediato buscó la manera y el dinero para operarse. Nunca le gustó esa nariz prominente y ganchuda que le heredó su adorado padre. El resultado fue inmejorable, su rostro adquirió una belleza excepcional.

En Telgua, Lucero era asediada por más de uno de los varios gerentes de esa gran empresa, aun a sabiendas de la relación que ella tenía con Julio César, el jefe de todos ellos. Pero como ocurre siempre en la vida, lo prohibido es lo que mas se antoja, es muy humano eso.

La familia de Julio César tiene grandes propiedades agrícolas en el rico departamente de Cobán, a donde se trasladaba muy seguido él piloteando su avioneta Cessna último modelo. Bajaba en su finca "Germania", revisaba las cuentas con los capataces y , a veces, se quedaba por allá un par de días y volvía a la capital. Sus deseo de encontrarse con su bella Lucero, eran superiores a cualquier compromiso en Cobán.

Recientemente, le tocó a Julio César viajar al Petén, el sitio lejano de las ruinas mayas de Tikal, para cerrar el trato de la compra de ganado de engorda, compró miles de cabezas de res, a buen precio.

En el viaje de retorno a la capital se enfrentó de lleno al ciclón Agatha, que ya había causado muchos daños al país entero, había vientos huracanados y una intensa lluvia, que impedían la visibilidad y desestabilizaba la nave de Julio César.

Las constantes turbulencias provocadas por el meteoro, hicieron que la pequeña nave cayera a pique de inmediato. Julio César murió en ese accidente lamentable para la familia Novello.

Los restos fueron velados en Funerales Reforma, un sitio elegante para recibir el cuerpo y las condolencias de la clase alta de Guatemala; siempre ponen suficientes tazas para el café y muchos bocadillos para los dolientes.

El caso es que Lucero vestida de negro y con enormes gafas de sol, para disimular sus ojos rojos de tanto llorar, permanecía en el sótano de la funeraria, en el estacionamiento, a bordo de su camioneta último modelo que la había recién comprado su amado Julio César.

Ella no podía bajar del auto y encaminarse a la enorme sala donde estaba ya el cuerpo de Julio César y una multitud de personas bien vestidas y olorosos a fragancias exquisitas, aguardaban al sacerdote para realizar las exequias fúnebres de rigor. La familia Novello ocupó la sala más grande de la funeraria, que de inmediato se colmó de docenas de coronas florales, que hacían patente la presencia de las familias más ricas del país, e inclusive destacaba por su tamaño la corona que envió la presidencia de la república.

Los aromas que desprendían las flores de las coronas inundaban el ambiente, pero a ratos eran más intensos los aromas de las fragancias de los caballeros y los perfumes de las damas.

La fila que se formó para dar el pésame a la madre de Julio César era impresionante, parecía una enorme culebra negra que serpenteaba por todos lados. La muerte tiene también su discreto encanto que a la burguesía le fascina tanto exhibir.

No podía Lucero entrar a la sala donde se encontraba el cuerpo de su amor, algo superior a ella se lo impedía. Se quedó paralizada largas horas dentro de la camioneta, acompañada por su hijo, el hijo del difunto. Ambos lloraban a mares, incontenibles los sollozos.

la verdadera razón de todo esto era que Julio César fue un "marido prestado" todos esos años felices.

La viuda legítima estaba arriba en la sala funeraria, recibiendo el pésame de toda Guatemala, bueno de la clase alta. La verdadera viuda rodeada de sus cinco hijos, todos de riguroso luto, pero con ropa de marca y gafas caras, lloraban discretamente, no es correcto expresar los sentimiento a gritos y llantos desbordados, eso no se ve bien, no es de gente decente, instruía a todos la madre de Julio César.

Lucero decía a su hijo, soy media viuda, y tu eres medio hijo, ni modo, eso nos tocó...

1 comentario:

  1. Me impresiona, Bolivar, el conocimiento que tenés de esta sociedad pese a los años que viviste afuera. No sé como te inspira a escribir nuestros comportamientos absurdos, que a la vez son la armazón del ambiente que nos movemos.
    Personalmente estuve en un caso como este, me desgarraba saber que la otra viuda era vista con desdén, a quien nadie le decía nada.
    Con mis hermanas nos acercamos a abrazar a los hijos y a ella, sabíamos lo doblemente dolidos que se sentían. Casos hipócritamente vividos, como muchos.

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