martes, 5 de octubre de 2010

La Brenda, ave de tempestades.

A La Brenda la conocí hace muchos años en México, me la presentó una amiga de su círculo más íntimo, quién dispuso que La Brenda y yo éramos compatibles, al menos para tener una relación de amistad. La Renata, que así se llama esta amiga mutua, y que fue dama de honor en la reciente boda de La Brenda en España, no se equivocó en su apreciación, sí fuimos compatibles y muy íntimos al final.

Yo llevaba un largo tiempo de soltería, pero no estaba amargado ni mucho menos, me divertía cantando con una trova cubana los fines de semana y salía de viaje de recreo cada vez que podía. Era feliz, con eso.

De esa época me viene mi afición por Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, especialmente. Me sé todas sus canciones, pero tengo una que es mi preferida: "El breve espacio..."

Un viernes por la noche invité a La Brenda a que me escuchara cantar con la trova cubana, ella aceptó encantada la invitación; es obvio decirlo que todas las canciones románticas se las dediqué públicamente a ella. Eso creo que influyó para que aquella incipiente amistad se transfigurará rápido en una relación de amantes.

Empezamos a salir todos los viernes, sábados y domingos, primero nos íbamos a la trova cubana y luego a cenar y bailar salsa. Yo le contaba mil historias fantásticas y ella las gozaba todas, y también la hacía reír demasiado con mis ocurrencias de siempre. Todo me lo festejaba, eramos felices, sin duda.

Debo confesar que el día que me presentó La Renata a La Brenda, me quedé con la boca abierta, impresionado por su extraordinaria belleza física: ojos grandes y verdes intensos, un cuerpo escultural de uno ochenta de estatura, una cabellera larga y negra azabache, muchas joyas en su cuello, muñecas y dedos, y una sonrisa tipo Colgate.

Y me dí cuenta que le caí bien, sin imaginarme que yo sería el hombre de sus sueños, según me confesó tiempo después. Yo sentía que estaba en las nubes cuando salíamos a pasear o a comer en restaurantes todo el tiempo.

Ella vestía con elegancia y se maquillaba discretamente, era la representante de una empresa francesa de productos de belleza, de mucho prestigio internacional. Ganaba mucho dinero para ser una mujer con escasa preparación profesional, pero emprendedora, activa, tenaz, aguerrida y sin inhibiciones de ninguna clase. Muy segura de sí misma ante cualquiera, aunque tuvieran doctorados o maestrías, a ella eso le importaba muy poco, valoraba la vida no a través de títulos universitarios sino en el éxito alcanzado en otras cosas: dinero, salud y amor. ella cumplía bien con esos preceptos muy suyos y muy de la sociedad actual.

A mi veía raro con tantos estudios metidos en mi cabeza y con mi cultura general enciclopédica, siempre me decía: "y todo eso para que sirve si no eres feliz. La vida se hizo para gozarla, negrito de mi corazón". Ante tales evidencias de su sabiduría de la vida, pues yo asentía con franqueza, es verdad, le contestaba yo.

Fuimos amantes varios años, pero nunca vivimos juntos, ella aceptó a regañadientes mi esquema amoroso de "la Toalla", que significa: tú allá, y yo acá, cada quien en su casa y dios en la de todos. Por eso fuimos felices todo el tiempo, no había rutinas desgastantes ni aburrimiento por el otro. Yo venía de vivir un rosario de experiencias de pareja muy desafortunadas todas ellas, incluídos algunos divorcios.
Así que decidí ser libre pero con pareja, con "La toalla" por delante.

La personalidad de La Brenda me atrapó, como psicoanalista me parecía fascinante, su ser extrovertido, sin inhibiciones, muy "echada pa´lante". Al principio la catalogué como una histérica deliciosa, que es mi tema favorito en la clínica, pero no, me equivoqué en el diagnóstico.

Su febril euforia me desconcertaba, nunca se cansaba para salir y correr por toda la ciudad, bailando y charlando sin cesar; siempre tenía "la pila" puesta. Debo confesar: ella me arrastraba a mi en esa correntada de energía sin fin, hasta el punto de la extenuación. Pero me encantaba y la disfrutaba todo el tiempo, con ella no hay espacio para el aburrimiento, se le ocurren muchas cosas insólitas.

Mi entrega total a la relación amorosa con La Brenda, me llevó a confrontar a mis numerosas amigas, feministas y estudiadas, quienes no paraban en criticarla por ser como era y me decían: "¿tú qué haces con esa mujer que no ha estudiado ni la primaria? No te das cuenta, ¿que es una "come-hombres"? "Fíjate que parece una puta por su arreglo" "Nosotras pensamos que toda ella es artificial, esas tetas no son suyas", "Además esos ojos verdes deben ser pupilentes, no seas pendejo", "Esa mujer te quiero sacar todo tu dinero, cuidate, no te dejes sorprender", "No podemos entender que un hombre como tú, que pudiera tener otro tipo de novia, ande con esa cualquiera", "Perdón que lo diga así de brusco: La Brenda es una basura en dos patas", "Nos cae a todas en la punta del hígado". La lista de improperios que he recibido por ser el amante de La Brenda es interminable.

Mis amigos varones, todos coincidían en que mujerón me ligué, y qué estupenda hembra tenía a mi lado. Cuestión de enfoques de género, pues.

De mi familia, ni se diga: "Ni se te ocurra traerla a la casa, no la recibiremos jamás, está casa es sagrada".

Total que La Brenda siempre provoca muchas reacciones encontradas, porque así como hay un montón de gente dispuesta a sacrificarla viva o prenderle fuego en una hoguera, tiene un gran grupo de mujeres en México que la admiran y le celebran todas sus acciones provocadoras, y porque rompe esquemas y paradigmas sociales. La Brenda encarna el ideal para muchas mujeres que no se atreven a dar un paso en la dirección de ser ellas mismas, porque siempre han estado sometidas al poder del macho.

Recibo cientos de cartas de las admiradoras de La Brenda en mi correo electrónico, que son fans, admiradoras, de esa belleza mexicana, pero también algunos mensajes ofensivos para ella, hay de todo como en la Viña del Señor

La Brenda es una mujer, que simplemente sigue su deseo hasta alcanzarlo. ¿cuántas mujeres en el mundo podrían decir lo mismo?

Yo la adoro y la admiro, no sé si la siga amando, ese es un tema delicado de discernir ahora.

La Brenda viene a Guatemal a verme, quiere estar conmigo a pesar de haberse casado apenas hace un mes, no creo que ella sea una mujer para estar encerrada en una jaula de oro, como la que tiene en España.

Veremos qué pasa con ella, yo estoy sereno a la espera de mi gran amor. Ella no sé que hará...

1 comentario:

  1. Habemos quienes llegamos a admirar como se desenvuelven enteramente en lo suyo otras mujeres, otras personas. No con ello admiramos su esencia, el ser libres si es algo digno de respeto en paises machistas.
    Hay personas que no nacieron para cultivar su belleza externa y otras lo explotan al máximo. Hay quienes su pasión es enriquecer su espíritu y otras su intelecto.
    Hay Brendas en todas las casas, pero como ella de libre, difícilmente Es fácil hacerlas felices, no existe complicación en ellas.
    No desmerecen nada aquellas que están en poder del macho (como tu decís) porque quizá es lo que quieren. Cada quien está donde quiere estar. Dile a tus amigas que el respeto es la sabiduría de vivir bien con los demás y de llegar a una aceptación. Que no hablen mal de la maravillosa Brenda.

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