miércoles, 27 de octubre de 2010

Francia se agita y se calma.

El que el gobierno francés, que encabeza Nicolás Sarkozy, haya decidido alargar el tiempo de la jubilación de los trabajadores, de 60 a 62 años, es algo que ha costado mucho desprestigio para su presidente y su partido.

Los viejos sindicatos obreros de Francia han mostrado su fuerza en las calles con una serie de manifestaciones en contra de la medida, sin embargo el senado ya aprobó la reforma a la ley, y pronto entrará en vigor dicho cambio fundamental en la ley laboral.

La Asamblea Nacional francesa ha aprobado, definitivamente, el polémico texto que reforma (y alarga) las jubilaciones en Francia y que ha sido el detonante de las protestas callejeras y el conjunto de huelgas que han durado varias semanas y que parecen retroceder.

La votación se ha saldado con 336 papeletas a favor y 233 en contra. Ahora, en principio, bastará con que Nicolas Sarkozy, presidente de la República, promulgue la ley para que esta entre en vigor, cosa que sucederá, según varias previsiones, a mediados de noviembre. El Partido Socialista francés anunció el lunes que enviará el texto al Consejo Constitucional, lo que, en teoría, también podría retrasar algunos días esta promulgación.

En cualquier caso, la votación de mañana liquida una andadura accidentada del proyecto de ley, que ha sido largamente discutido, desde la vuelta de vacaciones, en el Congreso y en el Senado. Las cámaras servían de caja de resonancia a las protestas de la calle y al contrario: la calle se hacía eco de las sesiones. Sea como fuere, el Gobierno, a pesar de la marea social de protestas, manifestaciones, huelgas y paros, no ha cedido y se ha mantenido en lo esencial: la edad legal de la jubilación de los franceses pasa de los 60 a los 62 años y la edad de jubilación para todo aquel que no haya cotizado el tiempo pertinente, de los 65 a los 67 años.

Aunque la protesta entra en una fase de retirada, las manifestaciones del martes de los estudiantes fueron poco respaldadas, especialmente en París, y las refinerías vuelven poco a poco al trabajo, los sindicatos guardan aún un as en la manga, tal vez el último: la nueva jornada de protesta, con manifestaciones en cientos de ciudades, que se celebra mañana en toda Francia. Será la séptima desde que terminó el verano. De su seguimiento dependerá certificar si el movimiento contra el retraso de las pensiones se desinfla definitivamente o no.

En las pasadas convocatorias, los sindicatos sacaron a la calle, según sus cálculos, a tres millones de personas.

Lo que sucede en la era de la posmodernidad, es que la lucha de clases terminó hace mucho tiempo, aquella vieja disputa entre el capital y el trabajo, no tiene cabida ya en el panorama económico, la plusvalía se obtiene de otros modos que Marx no imaginó.

El proletariado ya no le sirve a la burguesía industrial de esos países desarrollados, por eso los proletarios se sienten desubicados porque ya no hay burguesía que quiera explotarlos como antes, el trabajo se convirtió en otra cosa distinta.

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