martes, 19 de octubre de 2010

Aura Marina, Facebook y yo.

Desde que comenzó este idilio romántico, al más puro estilo del siglo XIX, Aura Marina y yo, no hemos dejado de hablar y escribir desaforadamente, como si hubieramos estado conteniendo las emociones tanto tiempo.

Yo de entrada desconfiaba profundamente de los "amores" por Internet, aunque algunos lectores me daban testimonio de parejas que han alcanzado la felicidad gracias a una página dedicada al encuentro de solteros dispuestos a casarse.

Muchos amigos mios, contemporáneos, es decir mayores de 50 años, han buscado y han encontrado mujeres por Internet, pero sin haber llegado más allá de un par de salidas para conocerse y después todo se va diluyendo como un celaje vespertino, poco a poco.

Lo que demuestra palpablemente que el amor es un proceso de conocimiento que lleva cierto tiempo, para garantizar que se ama solo lo que se conoce bien. No existe el amor a lo desconocido, sería una aberración.

El asunto principal de este romance entre Aura Marina y yo, radica en un hecho significativo que ocurrió hace 20 años, ella me conoció cuando era una niña, me vio, me fijó en su memoria de jovencita, y ahí se quedó ese pensamiento guardado en su mente, y cuando me encontró casualmente o no, en Facebook, sucedió lo que los psicoanalistas diríamos que se resignificó aquel viejo recuerdo con algo del presente, y de ahí se desencadenó esta especie de locura amorosa que nos tiene a los dos enfebrecidos de deseo.

Yo la mera verdad, no la podía recordar, y se lo dije abiertamente. Pero ahora que tengo fotografías suyas y la miro en la pantalla de mi computadora todos los días, mi disco duro la encontró con su cara de jovencita de aquellos tiempos cuando yo era periodista, y justamente de ahí proviene su recuerdo de mi.

Me agrada volver a ver una cara des-conocida por mucho tiempo. Si bien la imagen de nuestros rostros y cuerpos es algo maravilloso de compartir gracias a la tecnología de las comunicaciones; ha sido la conversación, la palabra, lo que ha logrado la magia del enamoramiento, la seducción a todo galope.

Las palabras nos envuelven cada noche, porque ella es periodista y continúa en aquel periódico en el que yo trabajé hace 20 años, ella sigue ahí, y termina sus labores muy tarde, al filo de la medianoche. La hora del lobo. Yo espero ansiosamente que llegue a su casa y se conecte conmigo de inmediato.

Es evidente que estamos alterados con este romance a la distancia, que muy pronto dejará de ser una fantasía y se convertirá en un hecho real, y a ver qué sucederá en ese instante del encuentro. Eso será tema de otra historia.

Los seres humanos se dice que tenemos 5 sentidos, otros dicen que son 6, pero en el amor ningún sentido funciona con normalidad. Todo está alterado por procesos químicos que suceden dentro del cerebro y que nos excitan demasiado y que hacen que los latidos del corazón vayan como caballos desbocados.

Lo sucedido la otra noche, rebasó con creces cualquier otra conversación anterior, Aura Marina de pronto se exaltó al punto de querer venir a Guatemala en ese preciso instante o que yo me fuera a esa hora al aeropuerto y llegar a México (ahora sí,de mis amores). Entramos en el terreno resbaloso del delirio amoroso, ese que hace perder por completo la razón y la prudencia.

"Te quiero solo para mi", "No quiero que haya ninguna mujer cerca de ti" "Quiero que te quites la barba, me gustas más sin ella". Cuando ella me conoció yo no usaba barba, pienso que esa es la motivación inconsciente de Aura Marina.

Las palabras de amor eran exaltadas, exultantes, no cabían en nuestras bocas, había que expulsarlas de inmediato para que llegaran rápido al corazón del otro.

Este romance novedoso para mi, soy de otra era, premoderna me tiene fascinado y eso que ...

soy sólo un viejo que cuenta historias de amor.

1 comentario:

  1. No hay edad para el amor. A veces las piezas del rompecabezas andan dispersas en el pasado, dando forma al presente pero siempre con la imágen del pasado. Nuestro crecimiento diario nada tiene que ver con esa imagen, esta muy lejos. Quién dice que crecemos igual? Las distancias a veces son abismos, se acentúan hasta llegar a ser desconocidos. No es el caso tuyo, entiendo, en este amor. Es lo que lo ha hecho tan interesante.

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