jueves, 9 de septiembre de 2010

La realeza de Francia.

Aparte de que la nobleza francesa reuhía el baño, como los ostiones al limón, las damas muy emperifolladas y con el rostro cubierto de polvo blanco y las mejillas pintadas de rojo, pero tenían los cabellos llenos de piojos, liendres y ladillas (piojos de del triángulo de Venus): esto ocurría en el siglo XVIII durante el reinado de Luis XIV y Luis XV.

La clase aristocrática de Europa no se bañaba más que dos veces al año. Sólo los enfermos eran sometidos a una limpieza frecuente. El día que el Rey Luis XIV decidió bañarse con agua caliente, se quejó todo el tiempo de dolor de cabeza y un desaguansamiento total, por lo que pidió a sus ayudantes que no lo volvieran a bañar por ningún motivo.


El "baño francés" consistía en pasarse un trapito húmedo por axilas, sexo y piés. El cabello no se lavaba,k por ninguan razón. Para eso estaban las magníficas pelucas, muy decoradas con peinados estrambóticos, que usaban hombres y mujeres de la realeza. Pero bajo esas elegantes pelucas anidaban cientos de piodos, liendres y ladillas, que provocaban cierta picazón, por ello las damas elegantes traían consigo una varita larga de madera, para rascarse de vez en cuando el cuero cabelludo, eso si con discreción no se fuera a notar el animalerío en el cabello.

En el Palacio de Versalles se celebraba cada cierto tiempo un majestuoso baile de toda la realeza europea, pero lo curioso es que había casi al final del baile, una pieza musical que se llamaba: El baile de las escobas".

Las bellas mujeres de la corte imperial, Princesas, Baronesas, Condesas y Reinas, portaban hermosos vestidos amplios, con varias capas de tela bordada, eso si andaban sin calzones, porque así lo mandaban los cánones de la época.

A la señal de su majestad, la orquesta empezaba a tocar los acordes del "baile de las Escobas", y las elegantes damitas que llenaban el Salon principal del Palacio de Versalles, hacían un círculo de mujeres tomadas de las manos, que se movían acompasadamente al ritmo de la música, y en un momento la orquesta hacía un silencio breve, y ellas aprovechaban para levantar un poco sus vestidos, abrir las piernas y orinar en el suelo.

E inmediatamente un séquito de ayudantes del Palacio, salían presurosos al salón donde las damitas habían hechos sus necesidades apremiantes de orinar y barrían los grandes charcos que ellas habían dejado en el piso.

Las damas como si nada hubiera ocurrido estallaban en carcajadas comentando lo que fuera, cualquier tontería. Se divertían horrores en esas fiestas según las crónicas de la época.

Es de señalar que muchas bellas damitas tenían huellas de sarna en su rostro y cuello, y llagas que cubrían con un espeso maquillaje.

La higiene no era de primera clase en los palacios de la realeza europea, eso si se comía y se bebía bien, con elegancia y prestancia real.

Muy nobles y exquisitos todos, pero eran portadores de mugre y animales microscópicos, que toleraban en sus cabelleras y cuerpos putrefactos.

Por eso Francia es la inventora de los perfumes fuertes y de la moda femenina, elegantes pero poco aseados.

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