martes, 28 de septiembre de 2010

Eso que llamamos Amor.

Eso que llamamos amor en occidente, es una invención cultural; hay que ser precisos lo que se inventó fue el "Amor romántico".No es algo inherente al ser humano, no es un don, no es el fin de la batalla. Es pura literatura. Nuestra manera de amar no es sino un homenaje a las vicisitudes infortunadas y de raíces medievales, de "Tristán e Isolda".

Detrás de los grandes amores románticos de la historia, se encuentra la imposibilidad de su consumación real. Romeo y Julieta, son los prototipos de esto al igual que Tristán e Isolda. El amor no tiene historia se dijo a propósito de esta páreja, nacida de la imaginación y de la sociedad cortesana y caballeresca de los siglos XII y XIII.

Tristán e Isolda: ¿que representan? Justamente el prototipo de una relación en la que el deseo jamás se colma. Que el amor sea pasión y no culminación plena, que en virtud de ello arrastre al sufrimiento es una experiencia de la que seguimos participando.

Cuando decimos amor, amor del bueno, invocamos a la pasión. ¿Qué importa si ésta puede conducirnos a la desgracia?


Durante muchos siglos las sociedades humanas de muchos sitios del planeta, simplemente juntaban a dos individuos, hombre y mujer, que aun sin conocerse, tenían el objetivo de tener hijos. ¿Aquí cuál amor? Con el tiempo seguramente se cogían cariño los dos, desarrollaban cierta solidaridad familiar por la prole que tenían en común.

La desgracia de Tristán e Isolda es la de un hombre y una mujer, que llegan al adulterio sin proponérselo. Tristán es huérfano y caballero. Debe cumplir una tarea: llevar a la princesa Isolda ante el rey que ha decidido desposarla. En medio de una tormenta, Tristán e Isolda, beben por error, el vino de hierbas destinado a los esposos. De modo que se confiesan amor el uno al otro.

Isolda y el rey ya están en matrimonio pero el vino de hierbas sigue favoreciendo a Tristán. El amor aviva el fuego a pesar de las prohibiciones religiosas y sociales hasta que el rey sorprende a los adúlteros en plena acción amorosa. Hay un castigo y luego un perdón , hay un arrepentimiento y luego otra vez la pasión. Sin embargo, Tristán e Isolda toman caminos diferentes en sus vidas. Él encuentra a otra Isolda, ella obedece al rey. Y así, hasta le muerte de Tristán por una herida en combate, que a su vez precipita la de Isolda.

Este esquema amoroso y romántico no ha variado casi nada. Nuestro imaginario cultural acepta que el amor únicamente lo es cuando debe ir en contra de la corriente. Hay una pregunta pertinente: ¿Hay que creer, en secreto, que preferimos lo que nos hiere?

Nuestra literatura está nutrida de amores imposibles e irrealizables, eso hace interesantes las narraciones sobre el sufrimiento de los dos enamorados o de uno solo de ellos. Gozamos con ello, paradójicamente.

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