lunes, 30 de agosto de 2010

Un hombre valiente y arrojado.

No cualquiera busca ser un soldado mercenario en cualquier parte del mundo donde haya guerra. Pero resulta que a James Rodríguez si le encanta pelear, inclusive, cuerpo a cuerpo, si es necesario, a bayoneta calada. James sabe mucho de geografía, ya que se dedica a estudiar a fondo los mapas de Europa, Asia y África, donde hay conflictos armados casi siempre. En todos los países que tienen guerras civiles, se requieren los servicios profesionales de los mercenarios, esos guerreros que pelean por una buena paga, nunca por servir a ese país, desinteresadamente.

James estuvo alistado en el Ejército de los Estados Unidos, es hijo de padres mexicanos, residentes en California, en esa condición sirvió en Irak, Kuwait, Afganistan. Y por su cuenta, se enroló como jefe de unidad en el Ejército de Mozambique, también en el de Angola y Etiopía.

Ha matado en combate a cientos de "enemigos", gracias a su destreza en el manejo de la ametralladora Remington, la más mortífera de esa clase de arma de repetición, cien disparos por segundo.

James sabe pilotear helicópteros artillados y es un consumado paracaidista también.

Durante el gobierno de George W. Bush, hijo, fue condecorado por sus méritos militares en defensa de los intereses de Estados Unidos, en Medio Oriente.

A sus amigos civiles les impresiona mucho escuchar los relatos vivenciales de James, en su ya larga carrera militar y de mercenario.

Hoy se encuentra en Colombia como parte del contingente militar estadunidense, que a instalado algunas bases en plena selva, cercanas a los campamentos de las FARC. A James le fascina la idea de los combates, pero no ha tenido la oportunidad de entrar en acción. El desearía ser contratado por los Paramilitares colombianos, quienes poseen ejércitos privados que imponen su ley en grandes territorios de la selva colombiana. Hay más acción con los Paramilitares, ellos arrasan poblados campesinos, se roban el ganado y secuestran personas por las cuales piden cuantiosos rescates económicos.

James es un hombre tosco de modales, fuerte, musculoso; mide un metro ochenta de estatura y pesa más de cien kilos. Es un hombrón en cualquier parte del planeta donde se pare.

Siempre viste indumentaria militar, botas de combate y ropa camuflada para combatir en la selva.

James habla con voz tronante, para que sepan todos que él está hablando. Se ríe estrepitosamente y fuma tres o cuatro cajetillas de Malboro al día.

Estaba sentado con sus amigos en la cantina "El León de Oro", celebrando que tenía dos meses de licencia para viajar a visitar a su familia en México, y celebraba su éxito como soldado: buena paga y muchos privilegios en la base de Colombia.

Enmedio de la gran comilona, James que come desaforadamente enormes cantidades de carne y bebe como cosaco cualquier bebida embriagante, no pierde la compostura, jamás; le suena el teléfono celular con las dulces notas de "Bésame mucho", James contesta, sabe perfectamente que quien le llama es Teresita, su esposa mexicana.

Teresita, que así está registrada en su acta de nacimiento, también es mexico-norteamericana, de Texas, sabe que su marido es un militar en toda la extensión de la palabra, por eso ella le grita y le dá órdenes. Todos los amigos de james escucharon los gritos desafinados de Teresita:

"Cabrón, te necesito ahora mismo en la casa".
"No acepto excusas de ninguna clase, te vienes de inmediato o voy por ti"
"Te largaste con tus amigos y no me dejaste nada de "money", necesito "money", pero ya. ¿Entendiste?"

Al escuchar la voz de Teresita, al hombrón se le puso lívida la cara, empezó a sudar copiosamente y se le trababa la lengua al hablar.

James, solamente atinó a decirle: "Lo que tu me digas mi vida, ya voy, no te enojes conmigo, plis".

El guerrero temible, salió corriendo de la cantina a buscar un taxi que lo condujera de inmediato a su casa, donde Teresita lo esperaba ansiosamente.

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