domingo, 1 de agosto de 2010

La Brenda, necia.

He estado pensando mucho la propuesta de La Brenda, acerca de que ella me quiere mantener económicamente, y mi negativa rotunda a aceptar dicha oferta. Ella no lo puede creer que exista alguien que rechace esa magnifica oportunidad.

Por tradición cultural a las mujeres, de casi todo el mundo, las han entrenado para ser esposas mantenidas. Aunque en la posmodernidad ese viejo esquema se está resquebrajando, las mujeres de hoy trabajan y son autosuficientes, y no necesitan un macho que las provea.

Cuando existe una dependencia económica, existe también un control y una pérdida de autonomía y de decisión sobre las cosas elementales de la vida cotidiana. Quien paga, manda, reza el refrán popular, y tiene gran sabiduría en su contenido.

La idea de criar hijas con un sentido de responsabilidad, empieza a forjarse en las postrimerías del siglo XX, cuando los padres de mi generación envíamos a nuestras hijas a la universidad para que se educaran y tuvieran un medio de vida profesional, por ello las universidades han cambiado su perfil de manera drástica; ahora la población estudiantil femenina es la mitad del universo, y en algunas carreras ellas son mayoría.

Las madres de estas jovencitas de hoy, casi no salieron al mercado de trabajo, y en su inmensa mayoría fueron mujeres mantenidas por el esposo, frustradas y sin proyectos personales de vida, se debaten en una tremenda angustía cuando sienten que las van a abandonar, no saben qué harán con sus existencias grises, despúes de un largo encierro cuidando niños.

No es el caso de La Brenda, quien muy jovencita empezó a trabajar, justamente cuando su padre las abandonó para irse con otra mujer a los Estados Unidos. Habiendo estudiado a un nivel medio superior, tuvo las agallas para destacar con su inteligencia excepcional y su escasa formación cultural, para alcanzar el puesto de coordinadora general para América Latina de una afamada marca francesa de cosméticos.

Ella es representate fiel de una cultura del esfuerzo personal, sin relaciones con gente importante, sin contactos escolares, sin fortuna familiar que la respaldara.

Hoy tiene mucho dinero acumulado por sus éxitos en las ventas de cosméticos para mujeres, aunque ya están abriendo una línea para hombres metrosexuales, su visión gerencial es amplia e innovadora.

La Brenda me dijo: -"mira negrito de mi vida, observa a todas las mujeres que van en el transporte público (metro, autobuses urbanos, tranvía) por la smañanas todas se van pintando y maquillando el rostro de manera precipitada, la mayoría de ellas utilizan mis productos, aunque pertenecen a la clase trabajadora mal pagada de este país."

"Todas las mujeres se maquillan, lo traemos en nuestro ADN. Las mujeres de csra lavada, son una minoría insignificante.".

"Este negocio es para siempre. Tengo mi puesto asegurado, for ever, darlyng".

Yo reconozco la visión futurista de La Brenda, en cuanto a expandir el mercado de los cosméticos hacia los hombres modernos. Esa le proporciona confianza en su incremento de dividendos a corto plazo, que ella desea compartir conmigo.

La Brenda sabe que yo cuento con recursos económicos suficientes para llevar una vida decorosa, no soy rico pero vivo bien, me alcanzan para pagarme mis vicios: café y libros, y muy de vez en cuando un buen wisky JW, etiqueta negra.

Hoy se venció el plazo que mi Brenda me impuso, para que yo le dijera qué decisión tomaba para ver si ella me mantiene económicamente o no.

Mi respuesta contundente es: NO.

Quiero mantener la autonomía acerca de qué quiero hacer con mi dinero, quiero decidir siempre con independencia y aplicar los recursos para vivir mejor, pero los mios.

Hoy en la noche de este domingo La Brenda y yo, hablaremos largamente sobre el tema del dinero. Me encantaría discutir otros temas más profundos, con ella, pero el dinero es el intermediario de muchas relaciones amorosas, es importante tomar una postura clara al respecto. Yo ya la tomé.

1 comentario:

  1. Felicidades por la decisión, la autonomía e independencia económica son la base de cualquier relación, ya lo decía Virginia Woolf refiriéndose a las mujeres de fines del siglo XIX y principios del siglo XX: una mujer necesita una habitación propia y unas guineas en el bolsillo para asegurar su libertad e independencia. Bueno, también los hombres del siglo XXI frente a las Brendas con poder económico.

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