domingo, 6 de junio de 2010

Matar a veinticinco.

Un taxista inglés tuvo la ocurrencia de asesinar a veinticinco personas en la calle, de las cuales solamente conocía a una, los demás eran auténticos desconcocidos para él.

En psicoanálisis, diríamos que ocurrió un "pasaje al acto". Es decir, uno puede tener sentimientos homicidas pero no los pone en pràctica, jamás. Cuando se rompe la barrera entre el deseo y el acto, ocurren tragedias como la del taxista inglés.

¿Qué puede llevar a un sujeto a cometer un acto como ese?

Existe un hilo delgado entre la cordura y la locura, que puede romperse fàcilmente en cualquier momento, no siempre con consecuencias fatales como las que he descrito anteriormente.

"El pasaje al acto" siempre tiene detrás un disparador automático que desencadena la reacción indeseable para la sociedad.

Es importsante señalar que, en la mayoría de los casos, cuando ocurren asesinatos masivos en escuelas, restaurantes, universidades, etcétera, como ha sucedido en los Estados Unidos, con mayor frecuencia, los responsables son varones que utilizan armas de fuego de gran potencia. Nunca podría uno imaginarse a una mujer haciendo ese tipo de actos.

La hipótesis es que el varón posee una carga excesiva de agresividad que la dirige a los demás, o asi mismo.

En un estudio antropológico realizado en prisiones de México, se llegó ala conclusión que los hombres son más proclives al delito, al crimen, que las mujeres estadísticamente hablando.

Por otro lado, las mujeres cuando son acusadas de homicidio, es porque ellas contrataron a un hombre para realizar dicho acto en su nombre, casi no se da el caso de que ellas mismas empuñen un arma y asesinen a alguien.

La agresividad también existe en el sexo femenino pero se canaliza de un modo diferente al de los varones.

Las grandes tragedias de violencia las produce el hombre, por razones de su mente obsesiva y vengativa. Nada más recuerden ustedes las famosas vendettas italianas, en las cuales se acaban familias enteras, siempre ejecutadas por varones.

Si el taxista inglés, causante de veinticinco muertes, no se hubiera suicidado, no podría haber sido llevado ante la justicia como una persona normal, porque a ellos se les llama "imputables", y ellos van directamente al hospital psiquiátrico, a una celda pero hospitalaria.

Seguimos en la barbarie...

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