miércoles, 19 de mayo de 2010

El Laberinto del Fauno.

En cualquier parte del mundo la burocracía pública y la privada también, representa un poder que se ejerce en contra de los ciudadanos, en una especie de tortura china, es sutil y desesperante.

Hoy me encuentro en la bella ciudad de Querétaro, donde tuve mi último empleo como director de la escuela de psicología, y ahí me retiré de la vida docente universitaria. Vine a querer arreglar mis asuntos de la jubilación, lo cual es algo materialmente imposible de hacer en un breve plazo. Yo vivo en ciudad de Guatemala y necesito volver lo más pronto a mi casa, con los trámites ya resueltos para poder cobrar la miserable pensión que otorga el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero me enfrento a un muro de negativas por parte del personal administrativo, dificultándome la resolución de mi petición, que en apariencia es algo sencillo de finiquitar, pero resulta que tiene unos plazos cada paso que me requiere invertir un mes de espera.

He hablado con todo el mundo en la oficina del IMSS correspondiente, para que me informen acerca de qué gestiones debo hacer, Nadie sabe nada, ni el propio director de la clínica. Es kafquiano el encuentro con esa burocracia, no hay manera de hallar una solución adecuada a mi humilde petición de que me extiendan una carta y yo pueda gestionar el retiro de un fondo ahorro que tengo en un banco mexicano.

He recorrido el laberinto de oficinas preguntando qué debo hacer, porque el departamento encargado de tramitar dichos asuntos, están tomando un curso de actualización y cerraron olímpicamente sus puertas hasta nuevo aviso. Nadie sabe nada.

Hablo con todo el personal que tendría alguna vinculación con mi asunto y ponen cara de ¿what? Cierran los ojos y la boca y no emiten sonido alguno, ni ven ni oyen. Me he cansado de recorrer el edificio de arriba a abajo, y encontrarme siempre esas miradas vacunas de los empleados del IMSS.

Sufro todo esto sabiendo que así es la cosa en México y en el resto del mundo también. Pero no quiero cederles mi miserable pensión al IMSS, quiero cobrar esa raquítica cantidad por mis más de cuarenta años de servicio público. Me la merezco para poder estar relativmente tranquilo y en paz, gozando de mi dicha de ser abuelo nuevamente.

Si alguien conoce al director general del IMSS, avísenme y yo hablo con él y le expongo mi caso que es similar al de miles de derechohabientes, para que haga algo por sus jubilados que tienen aun dignidad.

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