jueves, 4 de marzo de 2010

El depresivo entre el pasado y el futuro.

El sujeto deprimido no vive el presente, siempre oscila entre atarse al pasado y volar hacia el futuro. El deprimido dice: "mi pasado es horrendo, pero mi futuro es grandioso". Esto constituye una irrealidad, cuando el deprimido se plantea un futuro maravilloso, lo que está haciendo es evadirse por la puerta falsa, ya que su presente es frustrante y es lo único que tiene entre las manos.

Si el individuo ha experimentado una pérdida o un trauma en su infancia que ha socavado sus sentimientos de seguridad y autoaceptación, proyectará en su imagen del futuro la exigencia de que invierta su experiencia pasada. El sujeto que de niño experimentó una sensación de rechazo se imaginará un futuro lleno de aceptación y aprobación prometedoras. Si de niño luchó contra una sensación de desamparo e impotencia, su mente compensará este agravio a su ego con una imagen del futuro en la que se sienta poderoso y dominante.

La mente, en sus fantasías y elucubraciones, intenta darle la vuelta a una realidad desfavorable e inaceptable a base de crear imágenes que eleven al individuo e inflen su ego. Si una parte importante de la energía de la persona se centra en estos sueños, perderá de vista que su origen está en su experiencia de la infancia y sacrificará el presente en pos de su cumplimiento. Estas imágenes en la mente del deprimido constituyen metas irreales, y su realización es un objetivo inalcanzable.

Casi todos los pacientes que asisten a un consultorio de psicoanálisis, se han comprometido con un futuro irreal. Algunos visualizan el futuro así: una época en que no habrá tristeza, ni dolor, ni discordia; otros se ven admirados y amados por todo el mundo; también los hay que sueñan con una imagen de poder ilimitado, encarnado en una poderosa musculatura.

La irrealidad que construye el deprimido se manifiesta claramente en el grado en que ha perdido contacto con su cuerpo. Hay una deficiencia de autopercepción; no se ve así mismo tal como es, ya que su mente está centrada en una imagen irreal. No perciben las rigideces de su musculatura, no sienten las perturbaciones en sus movimientos corporales, ni sumenor motilidad y respiración entrecortada, ya que solo se identifican con su ego, su voluntad y su imaginación. Lo que ocurre con su cuerpo no lo escucha ni lo atiende, que es la vida presente, porque sus ojos están puestos en una meta futura que considera la única importante.

Los deprimidos cierran los ojos al presente y viajan apresuradamente al pasado o al futuro, y ahí se instalan cómodamente pensando en que ocurra un milagro en sus vidas miserables.

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