viernes, 12 de marzo de 2010

Amor y muerte.

Amor y muerte son dos protagonistas de esta historia que no tiene argumento ni desenlace pero que condensa la mayor parte del sonido y la furia de la vida. Nada se parece tanto a la muerte como el amor realizado. Cada aparición de alguno de los dos es única pero definitiva, irrepetible, inapelable e impostergable. Toda vez que aparecen nacen por primera vez, o renacen, saliendo de la nada, de la oscuridad del no-ser, sin pasado ni futuro.

Sólo se puede entrar en el amor y en la muerte una única vez. por eso es imposible aprender a amar, tal como no se puede aprender a morir. Y nadie puede aprender el arte de no caer en sus garras, de mantenerse fuera de su alcance. Cuando llegue el momento, el amor y la muerte caerán sobre nosotros, a pesar de que no tenemos ni un indicio de cuándo llegará ese momento. Sea cuando fuere, nos tomarán desprevenidos.

En medio de nuestras preocupaciones cotidianas, el amor y la muerte surgirán de la nada. En el caso de la muerte, se admite que el aprendizaje se limita a la experiencia de otras personas y es, por lo tanto, una ilusión in extremis.

El amor parece gozar de un estatus diferente que los otros acontecimientos de la vida.

De hecho, podemos enamorarnos más de una vez, y algunas personas se enorgullecen o se quejan de que se enamoran y se desenamoran con demasiada facilidad. todo el mundo ha escuchado las historias de estas personas que son proclives al amor o vulnerables al amor.

Podemos suponer que en nuestros tiempos crece rápidamente la cantidad de personas que tiende a calificar de amor a más de una de sus experiencias vitales, que no diría que el amor que experimenta en ese momento es el último y que prevé que aún la esperan varias experiencias más de la misma clase.

Después de todo, la definición romántica del amor -hasta que la muerte nos separe- está pasada de moda, ya que ha trascendido su fecha de vencimiento. Todo amor caduca como la leche en envase de tetrapack. Hay amores que duran solamente una noche, y la gente a eso le llama hacer el amor.

Existe una abundancia y aparente disponibilidad de experiencias amorosas, que hace pensar a las personas que el amor es una destreza que se puede aprende, y que el dominio de esa materia aumenta con el número de experiencias y la asiduidad del ejercicio. Incluso se puede llegar a pensar que el próximo amor será una experiencia aún más estimulante que la que se disfruta actualmente, aunque no tan emocionante y fascinante como la que vendrá después de la próxima..

Sin embargo, sólo es otra ilusión. La única destreza real que se adquiere es el hecho de poder salir y entrar con facilidad de una relación a otra y volver a empezar el ciclo.

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