viernes, 19 de febrero de 2010

Atrapados en La Red.

En Francia los primeros anuncios matrimoniales aparecieron a finales del siglo XIX. Esos anuncios eran ofrecimientos de tipo material, tal cual. Después de las dos Guerras Mundiales, donde murieron millones de varones, las viudas buscaron las maneras de hacerse de una nueva pareja, ofreciendo muchas concesiones materiales: era un buen arreglo para no quedarse solas, y si luego surgía el afecto o el amor, pues mucho mejor.

Pero el verdadero boom se puede fechar a finales de 1990, con la Internet, cuando aparecen cientos de páginas para gente solitaria en búsqueda de pareja. El mercado de encuentros en la Red de la Internet, es un negocio floreciente; millones de personas se conectan en ese mercado amplio y diverso de posibles parejas. Se ha sofisticado tanto el asunto de estas páginas, que es posible encontrar pareja afines en cuestiones sexuales, religiosas, tipo físico, aficiones deportivas y culturales.

Mientras que las personas que acudían a las agencias matrimoniales lo hacían con mucha discreción, ahora la participación en una página de encuentros se ha vuelto algo trivial e incluso se ha puesto de moda. Entre amigos se intercambian las direcciones de las mejores "webs".

En nuestra sociedad de la hipercomunicación, al escasear las ocasiones para establecer relaciones, los encuentros por Internet responden a una necesidad que la vida social ya no permite satisfacer como antaño. Se acude a estas páginas para establecer un encuentro, y si es posible, también sexo.

las páginas de encuentros se jactan de contar entre sus miembros a millones de solteros, dato que hay que custionar porque muchos usuarios son personas casadas en busca de aventuras extramaritales. En Estados Unidos se hizo recientemente una encuesta entre estos usuarios y arrojó los siguienes datos: entre 25 y 45 años de edad, con estudios universitarios y unnivel económico medio o alto. Aun cuando el 65 por ciento de los inscritos son hombres, las mujeres constituyen la mitad de los miembros activos.

Un dato interesante, son los hombres los que inician el contacto y solamente el 73 por ciento recibe respuesta. Las mujeres solo inician el contacto en el 25 por ciento, pero casi siempre reciben respuesta.

Lo que explica el éxito de esta forma de acercamiento es, en primer lugar, la simplicidad y el anonimato. Tiene un aspecto lúdico que se asemeja a un flirteo sin riesgo. Todos "juegan", unos con otros, y es algo aceptado de antemano.

Es ideal para tímidos que no saben ligar cara a cara y es accesible a cualquier hora del día o de la noche. De entrada sirve como pasatiempo para tapar soledades,pero rápidamente puede convertirse en una adicción.

Estos encuentros permiten controlar la propia imagen, las palabras, las confidencias; y sobre todo se puede dejar la relación en cualquier momento sin dar explicaciones. El anonimato permite ocultar, tanto ante los ojos de los demás como ante uno mismo, las debilidades y vulnerabilidades. Se puede construir un personaje ficticio, convertirse en una simple imagen, volverse virtual uno mismo.

En este tipo de páginas, las mujeres son exigentes y los hombres impacientes.Los hombres se enamoran rápidamente y quieren un compromiso por parte de la mujer: si las cosas no van como ellos quieren, desaparecen como por arte de magia.

Al principio, los hombres eran mayoritarios en las pa´ginas de encuentro y las mujeres que se conectaban no tenían más apuro que el de elegir. Muy pronto las cosas cambiaron radicalmente, hombres y mujeres son numerosos, y las mujeres no dudan en poner un anuncio para encuentros puramente sexuales.

Los encuentros por Internet producen una suerte de aceleración en el establecimiento de la pareja que, en los encuentros tradicionales, se hacía paulatinamente, con calma.

Hoy todos tienen mucha prisa, nadie tiene tiempo para nada, menos para el enamorarse como lo hacían nuestros padres o abuelos. Son los tiempos vertiginosos que impone la posmodernidad a los individuos, generando angustia y desesperación casi siempre por el hecho de vivir sin freno.

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